30 jun 2009

Biblioteca: Miles, la autobiografía.


Además de los cotilleos que contamos en el post “Historias de un motherfucker”, la autobiografía que le escribe a Miles Davis el escritor negro Quincy Troupe es un documento muy interesante en cuanto a su música y, no solo eso, sino también para conocer el mundillo musical del jazz en la segunda mitad del siglo XX (aproximadamente 1943-1991). Hay que tener en cuenta que el músico estuvo en casi todas las cosas que pasaron en el jazz durante el periodo. Desde que empezara a tocar con Charlie Parker y Dizzy Gillispie con diecisiete años de edad hasta el final de los años ochenta cuando negaba el apelativo de jazz para su música diciendo que no creía en esos compartimentos estancos con que los críticos la encasillaban, (críticos que le acusaban de haber abandonado el verdadero camino del jazz para comercializarse), su trompeta estuvo en todos los fregados.
Según el músico, la vida de un negro en los EE.UU. (en especial en los años cuarenta y cincuenta), estaba totalmente mediatizada por la segregación y el racismo. Y parece que así debía de ser. Pensar en músicos de la categoría de los referidos (Bird, Dizzy y el propio Miles), malviviendo por los clubs, perseguidos por la policía, considerados como simples delincuentes y, la mayoría de las veces, sin conseguir ganarse el sustento es algo sorprendente. Es verdad que muchos de ellos se habían convertido en drogadictos, pero no es menos cierto que se les obligaba a tocar tres y hasta cinco tandas de música a lo largo de toda la noche y que el cuerpo de los músicos no aguantaba los requerimientos de los dueños de locales.
Es bueno recordar, no obstante, que por entonces la música jazz, a pesar de estar sumida en un mundo musicalmente sofisticado como el que impusieron los primeros intérpretes del bebop, era una música utilitaria cuyo objetivo era conseguir la diversión del público e incluso permitirle bailar. Todavía en esa época existían bailarines de claqué que desarrollaban su técnica bajo los impulsos de Max Roach o Art Blakey. Nada que ver con ese jazz universitario (predominantemente blanco) que se desarrollaría a partir de los años sesenta y que sería el que conocimos aquí cuando esta música alcanzó cierta popularidad: Colegio Mayor San Juan Evangelista. Por el contrario, los compañeros de trabajo de estos grandes músicos no eran los concertistas de guitarra clásica ni los cantantes de recitales de lieder, sino las prostitutas, los chulos, los camellos y los mafiosos que pululaban por estos locales, junto con personajes como Marlon Brando, Ava Gadner o Paul Newman que gustaban de ir a ellos cuando el buen jazz estaba asegurado.
Se queja Miles Davis en su autobiografía de que los blancos se apropiaran constantemente de las músicas que desarrollaban los músicos negros. Que la gente considere a Eric Clapton como el mejor guitarrista de blues tiene que ver con esto. Es como si el mejor guitarrista flamenco fuera un japonés y apenas se escuchara a Paco de Lucía. El rock, por otra parte, no lo inventó Elvis sino Little Richard y Chuck Berry. Es cierto que algunos blancos llegaron más lejos que la mayoría de los negros, como fue el caso de Frank Sinatra, cosa que Miles reconocía hasta el punto de contratar casi siempre músicos blancos cuando su calidad musical se lo aconsejaba, pero en la mayoría de los casos, los blancos triunfaban con lo que habían hecho antes los negros, como fue el caso de Chet Baker, Jerry Mulligan, entre otros, músicos bastante olvidados ahora pero que gozaron de un éxito tremendo en su momento.
Escuchad la voz de Miles Davis, leed este libro y prestad atención a lo que el músico nos cuenta sobre el jazz y la vida.
Es altamente recomendable.

29 jun 2009

El pequeño Michael


Siempre recuerdo a Michael Jackson en aquellos tiempos de los Jackson Five cuando yo era un chico un poco mayor que él. Viendo ahora esos videos uno piensa que quizás no era un tipo tan raro como hemos llegado a pensar después. Tal vez los que eran unos tipos raros eran sus padres. Su padre manejaba una grúa en una fábrica de Indiana y no ganaba para sacar adelante a siete hijos. Como era aficionado a tocar la guitarra sus hijos mayores empezaron a usarla y así un día se le ocurrió formar un grupo con sus cinco hijos varones. Triunfaron en el medio-oeste y con el tiempo consiguió una audición para la poderosa discográfica Motown, de Detroit, que era la que grababa la música popular negra: James Brown, Gladys Knight y demás. El pequeño Michael no debía de ir al colegio, al menos con la regularidad que hubiera sido necesaria, estarían casi siempre metidos en esas inacabables giras que hacen los grupos de éxito y, según ha dicho él mismo, no se relacionaba con los chicos de su edad ni jugaba. Así que Michael no pudo madurar como maduran los demás chicos y se quedó ahí clavado. Después vino el éxito en solitario de la mano de Quincy Jones y a partir de ahí ya fue una persona anormal por el resto de sus días. Personalmente no creo que estuviera implicado en abusos a menores, pederastias y todo eso, simplemente tenía una obsesión inmensa con la infancia. Con todo el dinero que ganó se hizo construir Neverland y se dedicó a ser un niño. Como dijo alguien en la prensa, lo único que hizo como adulto fue morirse de un infarto. Tal vez no haya sido tan distinto al resto de los humanos y todos estemos buscando nuestra infancia constantemente, hasta el final.



25 jun 2009

Historias de un Motherfucher


Acertamos al tildar a Miles Davis de Motherfucker. En primer lugar porque el libro escrito por Quincy Troupe utiliza el fino lenguaje del músico siempre cargado de tacos y expresiones mal sonantes que ya conocíamos de las entrevistas. En segundo lugar porque el trompetista era un hijoputa, (que es como traducen el término), de armas tomar. Algo sabíamos de lo que se decía por ahí y de lo que se traslucía de la biografía de Ian Carr, pero aquí el músico se retrata. Entre lo que cuenta y lo que se entrevé de lo que cuenta el retrato humano de Miles Davis es el de un tipo impresentable.
Por ejemplo, es sabido que tuvo un romance con Juliette Greco a quien conoció en su primera visita a Paris, donde coincidió con Jean Paul Sartre y Pablo Picasso, entre otros. Después de aquellos días, al volver a la cruda realidad de su país y sin su francesita cerca, tuvo una depresión de caballo que terminó curando con su conocida adicción a la heroína. Después de cuatro años desastrosos en los que se convirtió en una piltrafa a quien ningún club quería ya contratar, consiguió, con unas enormes dosis de valor y disciplina, desengancharse “a pelo” de su adicción en casa de su padre. Al poco tiempo cuando la Greco llega a Nueva York para tratar de unos asuntos sobre la versión de “Por quién doblan las campanas”, basada en la novela de Hemingway que iba a rodar en España, lo primero que hace la actriz francesa es llamar a su amigo americano. Miles se presenta en su hotel acompañando de uno de sus músicos para evitar que ella quisiera celebrar su reencuentro en la cama. Pero no contento con eso la trata a patadas, la insulta y la llama de todo, porque la hace culpable de los cuatro años malditos que ha pasado. Él lo cuenta como algo lógico ya que la culpa de su depresión y de las consecuencias que le acarreó.
Siempre fue aficionado al boxeo, pero no solo por razones deportivas: cuenta cómo pegó a varios músicos durante alguna discusión. Naturalmente sólo a músicos de pequeño tamaño, ya que Miles era menudito y normalmente pegaba a borrachos o yonquis. Nunca se atrevió a sacudir a músicos del tamaño de Thelonius Monk, Charles Mingus, Sonny Rolins o Cannonball Adderley, con alguno de los cuales tuvo grandes disputas. Pero lo que asombra es su trato con las mujeres. Después de años rondando a la bailarina Frances Taylor, (que aparece en la portada de Someday my prince will come), años en que se iba a la cama cada noche con una admiradora, decide tener una relación con ella. Desde ese momento, y pese a que no acepta comprometerse en matrimonio, empieza a tener celos de la bailarina y le impide que realice cualquier tipo de trabajo, a pesar de que estaba en la cresta de la ola y tenía proposiciones profesionales fundamentales. Miles quería encontrarla al volver a casa, (si volvía), y no le permitía ir a ningún sitio. Pero el propio músico relata la paliza que le propinó porque Frances le contó que le había dicho un cumplido Quincy Jones, (quien por cierto fue amigo suyo y le produjo el disco y la película sobre los conciertos de Montreux). La bailarina se tuvo que refugiar en la casa de Gil Evans, que era un tipo muy alto y Miles respetaba muchísimo.
En fin que el genio fue un mal bicho porque lo uno y lo otro (su comportamiento en la música y en su vida privada) no son cosas que tengan relación.

23 jun 2009

Otra vez Miles



Hace poco pudimos leer la biografía sobre Miles Davis de Ian Carr que publicó Biorrtimos y que aparecía como la biografía definitiva, ya que se trataba de un músico que había estado en el entorno de Davis y que además contaba con numerosos testimonios del genio. Pues para los insaciables de Miles Davis (entre los que sin duda alguna nos encontramos) acabamos de encontrar la autobiografía del propio Miles. Vamos a leerla con avidez (entreverándola con la Historia de la Música, siglo XX, de Turner, la de la Sociedad Italiana de Musicología), y contaremos alguna cosa de los sustanciosos comentarios de este "matherfucker".

22 jun 2009

Alexander Scriabin


Si Satie era un músico interesante y original a principios del siglo XX, lo mismo puede decirse de Alexander Scriabin. El ruso estuvo influenciado por la teosofía y el pensamiento filosófico de Nietzsche, lo que le llevó a crear una nueva música, como esta Misa Negra, que ponemos aquí en interpretación de Yevgeny Sudbin.

11 jun 2009

Porto Côvo
Rui Veloso


Roendo uma laranja na falésia ___________Mordiendo una naranja en el acantilado
Olhando o mundo azul à minha frente, _____ Contemplando el mundo azul al frente
Ouvindo um rouxinol nas redondezas, _____ Escuchando un ruiseñor en los alrededores
No calmo improviso do poente___________De la calma imprevista de poniente

Em baixo fogos trémulos nas tendas ______Aquí cerca fuegos trémulos en los tenderetes
Ao largo as águas brilham como prata _____A lo ancho las aguas brillan como plata
E a brisa vai contando velhas lendas ______Y la brisa va contando viejas leyendas
De portos e baías de piratas ____________De puertos y de bahías de piratas

Havia um pessegueiro na ilha ____________Había un melocotonero en la isla
Plantado por um Vizir de Odemira ________ Plantado por un visir de Odemira
Que dizem que por amor se matou novo ____Que dicen que se mató joven por amor
Aqui, no lugar de Porto Côvo ____________ Aquí, en el sitio de Porto Côvo

A lua já desceu sobre esta paz ___________La luna ha descendido sobre esta paz
E reina sobre todo este luzeiro ___________Y reina sobre todo este lucero
Á volta toda a vida se compraz ___________A la vuelta toda la vida se complace
Enquanto um sargo assa no brazeiro ______En cuanto un sargo se asa en el brasero

Ao longe a cidadela de um navio _________A lo lejos la ciudadela de un navío
Acende-se no mar como um desejo ______ Asciende por el mar como un deseo
Por trás de mim o bafo do destino ________A mi espalda el aliento del destino
Devolve-me à lembrança do Alentejo ______Me devuelve el recuerdo del Alentejo

Havia um pessegueiro na ilha ____________Había un melocotonero en la isla
Plantado por um Vizir de Odemira ________ Plantado por un visir de Odemira
Que dizem que por amor se matou novo ____Que dicen que se mató joven por amor
Aqui, no lugar de Porto Côvo ____________Aquí, en el sitio de Porto Côvo

Roendo uma laranja na falésia ____________Mordiendo una naranja en el acantilado
Olhando à minha frente o azul escuro _______Contemplando al frente el azul oscuro
Podia ser um peixe na maré _____________Podría ser un pez en la marea
Nadando sem passado nem futuro ________Nadando sin pasado y sin futuro

Havia um pessegueiro na ilha ____________Había un melocotonero en la isla
Plantado por um Vizir de Odemira ________ Plantado por un visir de Odemira
Que dizem que por amor se matou novo ____Que dicen que se mató joven por amor
Aqui, no lugar de Porto Côvo ____________ Aquí, en el sitio de Porto Côvo


10 jun 2009

Kodjo Senyo

Kodjo Senyo toca hoy en el Mercantil a las 23.00

9 jun 2009

Erik Satie


Sorprende pensar las circunstancias bajo las que John Cage publica por primera vez la partitura de Vexations escrita por Erik Satie, (1866-1925). Asombra, de manera especial, que sea John Cage, tan próximo al espíritu innovador e iconoclasta de Satie, quien descubra la partitura y procure darla a conocer. Lógicamente tratándose del músico experimental, no es un interés musicológico el que ha animado su publicación, de modo que el 9 de septiembre de 1963 el americano consigue organizar la primera “performance” de la pieza. Y digo “performance” por las implicaciones que tiene para nosotros el término, ya que no se trata de una simple ejecución. La pieza está formada por un tema de diecinueve notas sin división de compases y dos variaciones de igual longitud que debe ejecutarse como: tema, variación 1, tema, variación 2. Lo que tiene de particular esta partitura es que esta sucesión se ha de realizar durante 840 veces, por lo que su ejecución conlleva la presencia en el escenario de un grupo numeroso de músicos de la vanguardia neoyorquina formado por: John Cage, David Tudor, Christian Wolff, Phlip Corner, Viola Farber, Robert Wood, MacRae Cook, John Cale, David del Tredici, James Tenny, Howard Klein y Joshua Rifkin, que tocaran sin interrupción desde las seis de la tarde de ese día hasta el mediodía del siguiente, es decir dieciocho horas de ejecución. Según las crónicas solo quedó una persona entre el público que aguantara toda la escucha. Otros afirman que cuando terminó la pieza allí estaba Andy Warholl, quien tomó nota de la ejecución para crear su propio cine, como en “Sleep”, donde nos muestra a su amante, el poeta John Giorno, durmiendo durante seis horas.
Sirve esta anécdota para dar idea de las implicaciones vanguardistas que tenía la música de Erik Satie. De hecho la intención de la partitura de Vexations era ironizar sobre la forma en que se realiza el adiestramiento de los músicos en los conservatorios europeos mediante una gran carga de sufrimiento y a través de repeticiones interminables de unas pocas notas para conseguir una habilidad extraordinaria que permita le ejecución de cualquier pieza. Esta “vejación” a la que es sometido el alumno es denunciada en esta pieza que, como es lógico, no fue estrenada hasta que cayó en manos de John Cage, a la sazón, adalid de la vanguardia musical neoyorquina de la posguerra.
Que a principios del siglo XX un autor europeo basara su música en el humor y la ironía no deja de sorprendernos. Como su propuesta de hacer música de mobiliario, compuesta para ser interpretada sin ser escuchada con atención, anticipándose a la música ambiental como la “Música para aeropuertos” de Brian Eno, o que se ganara la vida, durante muchos años, haciendo música popular, música utilitaria para cabarets, cafés y verbenas, y que tiempo después entrara, ya adulto, en la Scholla Cantorum de Vincent D’Indy para aprender contrapunto y músicas medievales. Finalmente, después de pasar muchas penalidades, consigue triunfar y forma parte del inigualable equipo de Serge Diaghilev, donde a través de Jean Cocteau conoce a Picasso, Braque, Léonide Massine, creando el ballet Parade que será un éxito de crítica si no de público. Entra en contacto con los Dadá, Tristan Tzara, Francis Picabia y, a través de estos, con los surrealistas André Breton, Marcel Duchamp, Man Ray y otros. Los jóvenes lo toman como su guía y participa de la creación del grupo de los seis,(grupo informal, desde luego), aunque aparece y desaparece según su voluntad.
Erik Satie fue siempre un heterodoxo. Si bien estudió en el Conservatorio de París, donde coincidió con Claude Debussy, no logró terminar sus estudios, como éste, y fue un autodidacta con periodos aislados de formación académica como el de la Scholla Cantorum. Debussy y Ravel fueron, en los momentos difíciles, los únicos admiradores de Satie, quien mantuvo siempre la amistad con el primero y terminó criticando al final de sus días al segundo, cuando dijo: “Monsieur Ravel rechaza la Legión de Honor pero toda su música la acepta”.
Erik Satie es un músico imprescindible en las vanguardias del siglo XX y aún no es bien conocida toda su obra.





This was part of the 18hr 40 mins marathon in Tate Modern, London, UK. The piece being performed is Vexations by Erik Satie, written in 1893, discovered in 1949 by John Cage and first performed in 1963 with Andy Warhol present in the audience. Warhol's film 'Sleep' was looped and projected above the 10 pianists who took it in turn to play 15 repetitions each, as in the original performance. This clip shows Gavin Bryars' stint. The performance brought back Joshua Rifkin who played the first 15 repetitions and was one of the original performers in 1963. The subject of Warhol's film, the poet John Giorno, who was for a time Warhol's partner, opened the evening with an excellent recital of three of his poems. The pianists then started at 20:00 on 27th May 2007 and finished at 14:40 on 28th May.

3 jun 2009

Agustín González Acilu

2 jun 2009

Contra el arte musical.


Me ha dicho un joven, (no es uno cualquiera sino uno al que aprecio, y que como veremos tiene unas cualidades determinadas), que no le interesa ningún tipo de actividad que tenga una finalidad artística. Cuando me hizo esta afirmación me dejó perplejo y no he parado de pensar en ello desde entonces, especialmente he pensado en la música. La cosa no es baladí.
Cuando el chico, ahora adolescente, era un niño pequeño nos sorprendía a todos porque utilizaba un lenguaje tan correcto que no parecía propio de su edad. Por entonces también tocaba la viola. Dotado de un buen oído musical, era capaz de leer a primera vista con una facilidad asombrosa. Ahora es un adolescente que abandonó el Conservatorio y se acostumbró a hablar castellano con menos de cien palabras y al que le resulta muy difícil entender los textos que utiliza en la educación obligatoria, por lo que va sacando las asignaturas según el principio del mínimo esfuerzo: siempre a un paso del fracaso total. Un joven que va a terminar la adolescencia sin, tal vez, haber leído nunca un libro, como le sucedió a sus abuelos que vivieron en una España rural en la que el analfabetismo era un mal endémico.
Como digo, he pensado mucho en ello. En primer lugar hay una cosa a tener en cuenta para entender esta actitud: a nadie le quita el sueño las actividades artísticas. Lo único que puede quitarle el sueño a la gente hoy día es el dinero. Si uno se fija en lo que nos ofrecen los medios de comunicación se dará cuenta de que vivimos en una sociedad que piensa exactamente igual que este joven. La otra noche me vino a visitar el insomnio, (posiblemente por problemas de dinero y no artísticos), antes de que sonara el despertador y, aburrido en la cama, me levanté y puse la televisión por no tener ganas de hacer ninguna otra cosa. Comprobé sorprendido que los programas musicales que tanto echaba de menos estaban todos allí, a las cinco y media de la madrugada. En todas las cadenas, una vez terminados esos concursos absurdos que se montan con un panel y una jovencita de pelo rubio con los pechos retocados de silicona y los famosos anuncios de tele-tienda, aparecieron los programas musicales que yo creía extintos, esos programas que se graban porque cuesta muy poco hacerlo y que se tienen ahí para programarlos en cualquier momento, como por ejemplo, para rellenar la parrilla a las cinco y media de la madrugada. Estaba Carles Benavent con su grupo de jóvenes músicos, en otra cadena de las más comerciales estaba Aran Malikian tocando en los jardines del Palacio de La Granja (Segovia), en otra estaba la Vargas Blues Band. Ninguno de estos músicos clásicos, de jazz, de flamenco, de blues, ni siquiera de pop, aparecen en el medio televisivo en las horas en que la gente suele estar despierta. Por el contrario las cadenas están llenas de esos jovencitos y jovencitas bien parecidos que compiten en el canto o el baile y que son obligados a trabajar con las melodías más trasnochadas. Hoy día a nadie le interesa ya lo que se cante o se baile. A la gente le gustan los chicos/as guapos/as, el espectáculo, el cotilleo de ver qué chico besa a qué chica en otra versión encubierta de la fórmula “Gran Hermano”; pero la música es algo que no interesa a nadie. Interesan los aparatitos, (también los de música): los iPod, los MP3, los iPhon, los móviles, etc., el consumo, en definitiva, pero no la música en sí. El medio es el mensaje, aunque aquí ya no hay mensaje, que es una palabra denostada. El medio es el fin. Nunca ha habido tantos medios para escuchar música y menos ganas de hacerlo. Steven Spielberg ha hecho alguna buena película, pero lo que le quita el sueño, como al resto de los mortales, es el dinero. AQUÍ aparece hablando de un nuevo sistema de videojuego que han empezado a promocionar antes de que aparezca, con la sana intención de ir creándole a la gente la necesidad que luego vendrá a solucionar el aparato que ahora se anuncia. Según el director de cine americano es un acontecimiento “histórico”. En el proyecto están incluso los que quedan de los Beatles. Después del dinero la gente lo único que quiere es diversión, pero diversión inmediata, sin más. Es decir nadie quiere nada que tenga relación con ninguna actividad artística. Llegados a este punto debemos preguntarnos: ¿qué es el arte? Responder a eso sí que es un problema. La verdad es que no lo sé. Parece que es algo que tiene relación con la comunicación, con un tipo de comunicación que huye de lo directo de lo inmediato, una comunicación que asume la ambigüedad aún a costa de la claridad. Pero cualquier definición de arte es histórica. Es decir, su sentido es variable según el momento histórico en que nos hagamos esa pregunta y ahí puede estar la segunda clave para entender las afirmaciones de nuestro joven.
No hemos querido intentar una definición del arte pero sí lo hemos relacionado con un determinado tipo de comunicación. Parece evidente que todas las artes tienen una función social, pues aunque algunas veces se dirijan al individuo aislado, lo hacen a todos los individuos aislados. El arte entonces es una actividad social, que se basa en una comunicación determinada y, como consecuencia de lo anterior, es generadora de identidades. Esto es un aspecto clave en el arte y, particularmente en la música. El joven a quien estamos tratando de entender escucha ese tipo de música que se oye por ahí: la que llevan los jóvenes puesta en los coches cuando pasan aturdiendo a los peatones. Esa música tiene una característica muy especial para que sea aceptada por todos los chicos, (muchos de los cuales no tienen educación musical), que consiste en que está hecha con una gran economía de material, es decir, se trata de una música muy sencilla. Sin embargo, sabemos que nuestro joven tiene una educación musical, que estudió en el Conservatorio y que además interpretaba a Bach siendo aún un niño. La razón por la que le gusta esa música es porque se identifica con ella. La mayor virtud que tiene esa música es que no nos gusta a los mayores. Tal vez no les guste ni a ellos, pero la toleran porque tiene esa enorme virtud que cualquier adolescente agradece por encima de todo: molesta a los viejos. Hace poco leía en la prensa que los jóvenes americanos negros escuchaban jazz en casa pero llevaban esa otra música atronadora en sus coches. No podían permitir que nadie les viera esa debilidad: que les gusta la misma música que a sus padres, porque el jazz es algo que suele gustar a casi todos los afroamericanos. Sería como renunciar a su identidad y pasarse al enemigo: al enemigo ni agua. Por eso los jóvenes europeos no escuchan Bach, (ni jazz, ni siquiera rock and roll, que es algo antiguo).
Visto lo visto, parece que la frase de nuestro joven empieza a tener cierto sentido. Incluso pudiera ser algún tipo de posicionamiento ácrata en lo cultural, un nihilismo próximo al de los punkis en nuestra época. Un músico de jazz puede entender que la juventud quiera otra música, él quiere esa música y nada más. Sin embargo un músico de lo que hemos dado en llamar música clásica no puede entender que a la gente no le guste ésta. Esto es debido a que desde hace tiempo, desde el siglo XIX, se entiende que la música culta europea es buena de manera absoluta, que está por encima de culturas y de modas y si a alguien no le gusta es porque no está preparado para asimilarla. Esto no es así y por eso es rechazada por los jóvenes, porque la identifican con un mundo que pertenece al pasado. También la música clásica es creadora de identidades e identifica a una determinada clase social, a unas determinadas culturas y no a todas.
No sabemos lo qué es el arte, seguiremos haciéndonos esa pregunta, pero lo que no es el arte es entretenimiento. El arte entretiene, pero esto es una consecuencia no un fin en sí. Pues, qué podemos entender por entretenimiento: precisamente algo que nos distrae de forma inmediata sin ninguna otra consecuencia. Leer un gran libro entretiene mucho pero porque nos abre la mente a situaciones nuevas a otros mundos que están ahí y que no habíamos visto. Creo que la música es algo parecido. Escuchar una y otra vez las mismas notas con los mismos ritmos es entretenido si estas con “los colegas” y no precisa de esfuerzo. Lo peor que nos puede pasar en nuestro mundo moderno es que algo precise de esfuerzo: eso sí que no. A eso no estamos dispuestos.