29 sept 2017

Ultimas tendencias II Gavin Bryars

Para algunos autores, la música de las vanguardias de postguerra podría ser una respuesta cultural al mundo tecnificado y burocratizado en que se desenvolvía, ya entonces, la vida urbana en Europa y el resto del mundo. Una música objetiva, que no se corresponde con los intereses del autor, que carece de un sujeto creador, solamente de un “técnico en composición”, una especie de “ingeniero musical” capaz de descifrar los arcanos de la música serial. Podemos decir que la causa material de la música no está en el compositor, sino en la serie.

Consecuentemente, la música que se deriva de la serie o de la aleatoriedad es una música sin alma, sin aura, (que decía Walter Benjamin); una música objetiva y deshumanizada, como el mundo post-industrial y burocrático. Pero todo movimiento artístico lleva a su final cuando se agota la originalidad que lo produjo y la música serial y aleatoria generó su propio agotamiento.

De pronto, el artista consciente, se da cuenta de que le falta algo. En especial, el artista echa en falta la comunicación con el oyente.

Hemos encontrado un comentario del compositor inglés Gavin Bryars que viene muy a cuento de todo esto en el que narra una experiencia emocional y artística de la que fue protagonista y que está en el origen de su conocida pieza musical Jesus' Blood Never Failed Me Yet.

En 1971 cuando vivía en Londres, estaba trabajando con un amigo, Alan Power, en una película sobre las personas que malvivían en el área comprendida entre Elephant y Castle, y la estación Waterloo. En el curso de la filmación, algunas personas se ponían a cantar las típicas canciones de borracho: a veces un trozo de ópera, otras veces baladas sentimentales. Uno de ellos, que por cierto no había bebido, cantó una canción religiosa: “La sangre de Jesús aún no me ha fallado nunca”. Esta grabación no apareció finalmente en la película y me entregaron todos los cortes no utilizados, incluyendo éste.
Cuando lo hacía sonar en casa, descubrí que su canción estaba en sintonía con mi piano, e improvisé un simple acompañamiento. También noté que, casualmente, la primera sección de la canción, de 13 compases, formaba un bucle que se repetía. Llevé la grabación a Leicester, donde trabajaba en el Departamento de Bellas Artes, y copié el bucle en un carrete continuo de cinta, pensando en que tal vez podría añadir un acompañamiento orquestal a éste. Dejé la puerta de la sala de grabación abierta, mientras me iba a tomar un café. Cuando volví me pareció que el aula de enfrente, normalmente muy animada, se había vuelto extrañamente silenciosa. La gente se movía muy lentamente y algunos, sentados solos, lloraban en silencio.
Me quedé perplejo hasta que noté que la cinta estaba sonando aún y que estaban sobrecogidos por la canción del viejo. Esto me convenció del poder emocional de la música y de las posibilidades que podría tener la audición de un simple acompañamiento orquestal cada vez más envolvente que respetara la nobleza del vagabundo y su fe sencilla. Aunque murió antes de que pudiera escuchar lo que había hecho con su canto, la pieza sigue siendo un testimonio elocuente, pero discreto de su espíritu y su optimismo.
La pieza fue grabada originalmente en el sello Obscure de Brian Eno en 1975 y existe una versión revisada y ampliada para Point Records de 1993.


27 sept 2017

Ultimas tendencias en la música culta I

La música tiene distintas posibilidades y formas diferentes de presentarse. Hay pocas definiciones de la música. Una de ellas es la del musicólogo austríaco Eduard Hanslick, que vivió en el siglo XIX, que defendía el formalismo musical frente al idealismo romántico. Decía Hanslick que la música eran formas musicales en movimiento. Dado que la música es un acto de creación humano, no  está sujeto a las leyes divinas, es decir, cada uno la define como mejor le parece. Como todo acto cultural es una convención, es algo que hemos hecho de una manera determinada, (en una cultura determinada) pero que podía ser de otra.

De modo que la postura formalista era una reacción al sentimentalismo romántico, mientras que éste había reaccionado con igual contundencia contra el intelectualismo ilustrado. Musicalmente, el clasicismo de la Primera Escuela de Viena, con Haydn, Mozart y Beethoven, podría ilustrar muy bien el periodo. Una música en la que la perfección de la forma, con sus simetrías, el triunfo de la armonía y la sensación de perfección acabada de todo ello triunfaba merced a la forma sonata. Volviendo a Hanslick, recordemos que el mundo romántico era un universo cultural en el que primaba el sentimiento por encima de lo que había primado durante el periodo ilustrado: la razón.

Esta reacción formalista parece haber triunfado en la música durante gran parte del siglo XX. Podríamos decir desde la revolución dodecafónica de Arnold Schoenberg en las primeras décadas del siglo, (Segunda Escuela de Viena), hasta su continuación en el serialismo integral posterior a la II Guerra Mundial que se impone en el canon occidental hasta su cuestionamiento en los años setenta.

De forma simplista podemos resumir la Historia de la forma musical de la manera siguiente.

Durante la Edad Media triunfa el sentimiento, o el pathos, como se decía entonces, (en aquella época dominantemente religioso), que se manifestaba en el canto gregoriano. Este pathos era diferente según cada uno de los ocho modos en que se componían los temas.

Al final de la Edad Media se alcanza un sistema de notación musical más preciso, primero en la corte de la Borgoña, después en Flandes y en Florencia, que al medir la música de manera exacta, permite el juego de las conjunciones de líneas melódicas en lo que se conoce como polifonía. Este periodo llega hasta el renacimiento.

El barroco rompe con este sistema de exactitud compositiva y se fija más en el sentimiento, lo que entonces se denominaba “los afectos”. Entonces nace la ópera.

El barroco se acaba cuando el Rococó primero y el clasicismo después imponen la forma por encima del sentimiento.

Después viene la reacción romántica y luego, de nuevo, la formalista del siglo XX.

Pues bien, este último periodo formalista está llamado a desaparecer y los autores se interesan ahora más por otras cosas.

El concepto de “nueva música” es uno de los más antiguos, de modo que no llamaremos así a las tendencias más recientes.