Sorprende pensar las circunstancias bajo las que John Cage publica por primera vez la partitura de Vexations escrita por Erik Satie, (1866-1925). Asombra, de manera especial, que sea John Cage, tan próximo al espíritu innovador e iconoclasta de Satie, quien descubra la partitura y procure darla a conocer. Lógicamente tratándose del músico experimental, no es un interés musicológico el que ha animado su publicación, de modo que el 9 de septiembre de 1963 el americano consigue organizar la primera “performance” de la pieza. Y digo “performance” por las implicaciones que tiene para nosotros el término, ya que no se trata de una simple ejecución. La pieza está formada por un tema de diecinueve notas sin división de compases y dos variaciones de igual longitud que debe ejecutarse como: tema, variación 1, tema, variación 2. Lo que tiene de particular esta partitura es que esta sucesión se ha de realizar durante 840 veces, por lo que su ejecución conlleva la presencia en el escenario de un grupo numeroso de músicos de la vanguardia neoyorquina formado por: John Cage, David Tudor, Christian Wolff, Phlip Corner, Viola Farber, Robert Wood, MacRae Cook, John Cale, David del Tredici, James Tenny, Howard Klein y Joshua Rifkin, que tocaran sin interrupción desde las seis de la tarde de ese día hasta el mediodía del siguiente, es decir dieciocho horas de ejecución. Según las crónicas solo quedó una persona entre el público que aguantara toda la escucha. Otros afirman que cuando terminó la pieza allí estaba Andy Warholl, quien tomó nota de la ejecución para crear su propio cine, como en “Sleep”, donde nos muestra a su amante, el poeta John Giorno, durmiendo durante seis horas.
Sirve esta anécdota para dar idea de las implicaciones vanguardistas que tenía la música de Erik Satie. De hecho la intención de la partitura de Vexations era ironizar sobre la forma en que se realiza el adiestramiento de los músicos en los conservatorios europeos mediante una gran carga de sufrimiento y a través de repeticiones interminables de unas pocas notas para conseguir una habilidad extraordinaria que permita le ejecución de cualquier pieza. Esta “vejación” a la que es sometido el alumno es denunciada en esta pieza que, como es lógico, no fue estrenada hasta que cayó en manos de John Cage, a la sazón, adalid de la vanguardia musical neoyorquina de la posguerra.
Que a principios del siglo XX un autor europeo basara su música en el humor y la ironía no deja de sorprendernos. Como su propuesta de hacer música de mobiliario, compuesta para ser interpretada sin ser escuchada con atención, anticipándose a la música ambiental como la “Música para aeropuertos” de Brian Eno, o que se ganara la vida, durante muchos años, haciendo música popular, música utilitaria para cabarets, cafés y verbenas, y que tiempo después entrara, ya adulto, en la Scholla Cantorum de Vincent D’Indy para aprender contrapunto y músicas medievales. Finalmente, después de pasar muchas penalidades, consigue triunfar y forma parte del inigualable equipo de Serge Diaghilev, donde a través de Jean Cocteau conoce a Picasso, Braque, Léonide Massine, creando el ballet Parade que será un éxito de crítica si no de público. Entra en contacto con los Dadá, Tristan Tzara, Francis Picabia y, a través de estos, con los surrealistas André Breton, Marcel Duchamp, Man Ray y otros. Los jóvenes lo toman como su guía y participa de la creación del grupo de los seis,(grupo informal, desde luego), aunque aparece y desaparece según su voluntad.
Erik Satie fue siempre un heterodoxo. Si bien estudió en el Conservatorio de París, donde coincidió con Claude Debussy, no logró terminar sus estudios, como éste, y fue un autodidacta con periodos aislados de formación académica como el de la Scholla Cantorum. Debussy y Ravel fueron, en los momentos difíciles, los únicos admiradores de Satie, quien mantuvo siempre la amistad con el primero y terminó criticando al final de sus días al segundo, cuando dijo: “Monsieur Ravel rechaza la Legión de Honor pero toda su música la acepta”.
Erik Satie es un músico imprescindible en las vanguardias del siglo XX y aún no es bien conocida toda su obra.
Sirve esta anécdota para dar idea de las implicaciones vanguardistas que tenía la música de Erik Satie. De hecho la intención de la partitura de Vexations era ironizar sobre la forma en que se realiza el adiestramiento de los músicos en los conservatorios europeos mediante una gran carga de sufrimiento y a través de repeticiones interminables de unas pocas notas para conseguir una habilidad extraordinaria que permita le ejecución de cualquier pieza. Esta “vejación” a la que es sometido el alumno es denunciada en esta pieza que, como es lógico, no fue estrenada hasta que cayó en manos de John Cage, a la sazón, adalid de la vanguardia musical neoyorquina de la posguerra.
Que a principios del siglo XX un autor europeo basara su música en el humor y la ironía no deja de sorprendernos. Como su propuesta de hacer música de mobiliario, compuesta para ser interpretada sin ser escuchada con atención, anticipándose a la música ambiental como la “Música para aeropuertos” de Brian Eno, o que se ganara la vida, durante muchos años, haciendo música popular, música utilitaria para cabarets, cafés y verbenas, y que tiempo después entrara, ya adulto, en la Scholla Cantorum de Vincent D’Indy para aprender contrapunto y músicas medievales. Finalmente, después de pasar muchas penalidades, consigue triunfar y forma parte del inigualable equipo de Serge Diaghilev, donde a través de Jean Cocteau conoce a Picasso, Braque, Léonide Massine, creando el ballet Parade que será un éxito de crítica si no de público. Entra en contacto con los Dadá, Tristan Tzara, Francis Picabia y, a través de estos, con los surrealistas André Breton, Marcel Duchamp, Man Ray y otros. Los jóvenes lo toman como su guía y participa de la creación del grupo de los seis,(grupo informal, desde luego), aunque aparece y desaparece según su voluntad.
Erik Satie fue siempre un heterodoxo. Si bien estudió en el Conservatorio de París, donde coincidió con Claude Debussy, no logró terminar sus estudios, como éste, y fue un autodidacta con periodos aislados de formación académica como el de la Scholla Cantorum. Debussy y Ravel fueron, en los momentos difíciles, los únicos admiradores de Satie, quien mantuvo siempre la amistad con el primero y terminó criticando al final de sus días al segundo, cuando dijo: “Monsieur Ravel rechaza la Legión de Honor pero toda su música la acepta”.
Erik Satie es un músico imprescindible en las vanguardias del siglo XX y aún no es bien conocida toda su obra.
This was part of the 18hr 40 mins marathon in Tate Modern, London, UK. The piece being performed is Vexations by Erik Satie, written in 1893, discovered in 1949 by John Cage and first performed in 1963 with Andy Warhol present in the audience. Warhol's film 'Sleep' was looped and projected above the 10 pianists who took it in turn to play 15 repetitions each, as in the original performance. This clip shows Gavin Bryars' stint. The performance brought back Joshua Rifkin who played the first 15 repetitions and was one of the original performers in 1963. The subject of Warhol's film, the poet John Giorno, who was for a time Warhol's partner, opened the evening with an excellent recital of three of his poems. The pianists then started at 20:00 on 27th May 2007 and finished at 14:40 on 28th May.
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