Esta película tiene pinta de ser muy interesante. Traducimos aquí la reseña que publicó en su día Stephen Holden para el New York Times sobre la misma.
MOVIE
REVIEW
Cuba
Feliz (2000)
FILM
REVIEW; Pied Guitarist of Cuba Takes Joy on the Road
By STEPHEN
HOLDEN
Published:
June 12, 2002
Miguel de Morales, el trovador de 76 años de edad que rasguea su guitarra y canta sus cosas en el inspirado film de Karim Dridi “Cuba Feliz”, encarna al trovador errante como un hombre del pueblo depositario de su sabiduría emocional basada en la dura realidad de una nación empobrecida. Según viaja de una ciudad a otra en su Cuba natal, y se encuentra con músicos locales con los que improvisa, el Sr. Morales, que es conocido como El Gallo, recuerda a un Willie Nelson latinoamericano (sin su banda), haciendo su camino infatigable a lo largo de las rutas polvorientas de su país.
Figura enjuta, curtido, El Gallo, vestido con una camisa negra y sombrero, aparece en primer lugar fumando un cigarrillo y observando cómo se desliza un carguero hacia el atraque en el puerto de La Habana. Canta una canción de una apasionada resignación que es un lamento sobre la dureza de la vida, el paso del tiempo y los amores perdidos pero no olvidados.
Aunque “Cuba Feliz” tiene el aspecto y el sonido de un documental, es en realidad una road movie musical libremente construido pero con un guion (de Pascal Letellier y de Mr. Dridi) que sigue a El Gallo de ciudad en ciudad en una gira nacional realizada en gran parte a pie. Portando su guitarra, deambula de La Habana a Santiago de Cuba, Guantánamo, Camagüey y Trinidad, para terminar de nuevo en La Habana, en el mismo lugar del que partió.
Donde quiera que se detenga, El Gallo es inmediatamente recibido como un invitado especial, y se ve envuelto por las músicas. Tanto si se trata de la esquina de una calle, de un bar, una escalera o un patio de vecinos, los músicos aparecen mágicamente en la película y se ponen a tocar, algunas veces acompañando a El Gallo, algunas veces tocando para él. Uno de los más carismáticos, Pepin Valillant, es un trompeta de jazz y flamenco, perteneciente a la generación de El Gallo, que presenta una cómica exuberancia contagiosa al tiempo que ejecuta florituras en staccato. Sorprendentemente ágil, sostiene su instrumento con una mano mientras ejecuta series de estiramientos que incluyen algunos de toda la pierna.
Casi igual de carismático es Aníbal Ávila, un trompetista mucho más joven, acólito del Sr. Vaillant, que les acompaña por todo Santiago de Cuba. Así como un tal Mario Sánchez Martínez (conocido como Juan), un joven rapero cubano, cuyos versos de carácter político se mezclan bien con los ritmos afrocubanos, que muestra una continuidad generacional que es más difícil encontrar en otros países con una floreciente (y bien promocionada) industria musical comercial. Parece como si en Cuba todo el que no canta ni toca la guitarra o la trompeta, fuera percusionista.
Aunque las canciones pasan de generación en generación, El Gallo pone el énfasis en el repertorio de baladas populares apasionadas, la mayoría boleros de los años cuarenta y cincuenta, que él interpreta con gran fervor. Uno no conoce la esencia de “Bésame Mucho”, ese grito quintaesencia de lo latino y de atormentado romanticismo, hasta que no escucha a El Gallo desarrollarla ardientemente, con una trémula intensidad que transforma su melodramática súplica por un último beso en una canción que trata de cómo aprovechar el momento antes de que sea demasiado tarde.
Con su atención por la generación de músicos de más edad, “Cuba Feliz” es en cierto modo el hijo de “The Buena Vista Social Club” la película y la banda sonora que puso la música popular cubana tradicional entre las músicas del mundo. Pero aunque muchas de las canciones interpretadas por El Gallo y sus amigos datan de la misma época que las de “The Buena Vista Social Club” las dos películas son deliberadamente diferentes en su espíritu e intención.
Al retratar viejos músicos cubanos como monumentos vivientes, la película anterior surgió como una manera de comparar sus rostros, poéticamente devastados, con la grandiosa arquitectura en ruinas. En contraste “Cuba Feliz” es un musical de calle de forma libre cuyas canciones se desarrollan como un producto espontáneo. La película pasa por alto el hecho de que muchos de los músicos que aparecieron en la anterior han abandonado el país para seguir sus carreras lucrativas en el circuito internacional de conciertos.
Al ofrecer una visión descaradamente romántica de una nación cuyas canciones brotan espontáneamente de la vida cotidiana, la película exalta el sueño marxista de un folk de honestos trabajadores, con poco que enseñar sobre sus tareas, que vive armoniosamente, y condensa todo ello en una canción. Por atractiva que esa visión pueda parecer, las cosas no son tan simples.
CUBA FELIZ Dirigida por Karim Dridi; escrita (en español con subtítulos en inglés) por Pascal Letellier y Mr. Dridi; director de fotografía, Mr. Dridi; editada por Lise Beaulieu; producida por ADR Productions, Alain Rozanes, Pascal Verroust y Jacques Debs; realizada por Empire Pictures.
CON: Miguel Del Morales, Pepin Vaillant, Mirta Gonzáles, Aní¬bal Ávila, Alberto Pablo, Armandito Machado, Mario Sánchez Martínez, y Gilberto Méndez.
Aquí se puede ver la película completa:
Figura enjuta, curtido, El Gallo, vestido con una camisa negra y sombrero, aparece en primer lugar fumando un cigarrillo y observando cómo se desliza un carguero hacia el atraque en el puerto de La Habana. Canta una canción de una apasionada resignación que es un lamento sobre la dureza de la vida, el paso del tiempo y los amores perdidos pero no olvidados.
Aunque “Cuba Feliz” tiene el aspecto y el sonido de un documental, es en realidad una road movie musical libremente construido pero con un guion (de Pascal Letellier y de Mr. Dridi) que sigue a El Gallo de ciudad en ciudad en una gira nacional realizada en gran parte a pie. Portando su guitarra, deambula de La Habana a Santiago de Cuba, Guantánamo, Camagüey y Trinidad, para terminar de nuevo en La Habana, en el mismo lugar del que partió.
Donde quiera que se detenga, El Gallo es inmediatamente recibido como un invitado especial, y se ve envuelto por las músicas. Tanto si se trata de la esquina de una calle, de un bar, una escalera o un patio de vecinos, los músicos aparecen mágicamente en la película y se ponen a tocar, algunas veces acompañando a El Gallo, algunas veces tocando para él. Uno de los más carismáticos, Pepin Valillant, es un trompeta de jazz y flamenco, perteneciente a la generación de El Gallo, que presenta una cómica exuberancia contagiosa al tiempo que ejecuta florituras en staccato. Sorprendentemente ágil, sostiene su instrumento con una mano mientras ejecuta series de estiramientos que incluyen algunos de toda la pierna.
Casi igual de carismático es Aníbal Ávila, un trompetista mucho más joven, acólito del Sr. Vaillant, que les acompaña por todo Santiago de Cuba. Así como un tal Mario Sánchez Martínez (conocido como Juan), un joven rapero cubano, cuyos versos de carácter político se mezclan bien con los ritmos afrocubanos, que muestra una continuidad generacional que es más difícil encontrar en otros países con una floreciente (y bien promocionada) industria musical comercial. Parece como si en Cuba todo el que no canta ni toca la guitarra o la trompeta, fuera percusionista.
Aunque las canciones pasan de generación en generación, El Gallo pone el énfasis en el repertorio de baladas populares apasionadas, la mayoría boleros de los años cuarenta y cincuenta, que él interpreta con gran fervor. Uno no conoce la esencia de “Bésame Mucho”, ese grito quintaesencia de lo latino y de atormentado romanticismo, hasta que no escucha a El Gallo desarrollarla ardientemente, con una trémula intensidad que transforma su melodramática súplica por un último beso en una canción que trata de cómo aprovechar el momento antes de que sea demasiado tarde.
Con su atención por la generación de músicos de más edad, “Cuba Feliz” es en cierto modo el hijo de “The Buena Vista Social Club” la película y la banda sonora que puso la música popular cubana tradicional entre las músicas del mundo. Pero aunque muchas de las canciones interpretadas por El Gallo y sus amigos datan de la misma época que las de “The Buena Vista Social Club” las dos películas son deliberadamente diferentes en su espíritu e intención.
Al retratar viejos músicos cubanos como monumentos vivientes, la película anterior surgió como una manera de comparar sus rostros, poéticamente devastados, con la grandiosa arquitectura en ruinas. En contraste “Cuba Feliz” es un musical de calle de forma libre cuyas canciones se desarrollan como un producto espontáneo. La película pasa por alto el hecho de que muchos de los músicos que aparecieron en la anterior han abandonado el país para seguir sus carreras lucrativas en el circuito internacional de conciertos.
Al ofrecer una visión descaradamente romántica de una nación cuyas canciones brotan espontáneamente de la vida cotidiana, la película exalta el sueño marxista de un folk de honestos trabajadores, con poco que enseñar sobre sus tareas, que vive armoniosamente, y condensa todo ello en una canción. Por atractiva que esa visión pueda parecer, las cosas no son tan simples.
CUBA FELIZ Dirigida por Karim Dridi; escrita (en español con subtítulos en inglés) por Pascal Letellier y Mr. Dridi; director de fotografía, Mr. Dridi; editada por Lise Beaulieu; producida por ADR Productions, Alain Rozanes, Pascal Verroust y Jacques Debs; realizada por Empire Pictures.
CON: Miguel Del Morales, Pepin Vaillant, Mirta Gonzáles, Aní¬bal Ávila, Alberto Pablo, Armandito Machado, Mario Sánchez Martínez, y Gilberto Méndez.
Aquí se puede ver la película completa:
1 comentario:
He de añadir, como comentario a la recensión que el NYT hace de la película, que ésta me gusta más que la que hizo Wim Wenders por encargo de Ry Cooder (Buena Vista Social Club). Es verdad que aquella contó con más medios y que las actuaciones musicales eran de mucho nivel, pero me gusta en esta película su descripción a pie de calle de un mundo que está a punto de desaparecer. Se puede conocer la realidad cotidiana cubana muy bien con esta película y la realidad musical del país, que parece algo consustancial a los cubanos: parece como si cualquier cubano tuviera un sentido musical notable, lo cual debe de estar cerca de la realidad por lo que nos viene llegando.
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