No es que defendamos las posturas
de Steve Reich a pie juntillas pero sí el espíritu que le alumbra en muchas ocasiones,
en su forma de entender algunas cosas. En primer lugar por comprender que la
música culta, (él la llama música escrita, está bien ese calificativo), se
había metido en un callejón sin salida con el serialismo integral. También por
comprender que había que recuperar al oyente para la música y que había que
atender a todas las tradiciones musicales del mundo acabando de una vez con la
distinción entre culto y popular que es un concepto que no tiene sentido. ¿Qué
es culto? ¿Qué es popular? Cuando se usa un calificativo hay que ser serio, hay
que saber lo que significa y esta distinción no se sostiene.
Leo la crónica que ofrece El País
sobre la presencia de Steve Reich en España con motivo de la entrega del premio
que el BBVA le ha otorgado, (premio Fronteras del Conocimiento), y compruebo que
la crónica está escrita por Diego A. Manrique. Siempre me ha gustado este
comentarista y además, es una prueba más de que la distinción entre música
culta y popular no existe: el conocimiento musical de este crítico parece
ilimitado y además escribe muy bien.
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