Este verano hace demasiado calor. En lo que a
la música se refiere, debemos huir de tanto reguetón, salsa, merengue, que
calientan los cuerpos y hacen hervir los espíritus. En su lugar, ocupémonos de
la polifonía antigua que es una cosa menos ardiente. Claudio Gallico, en la
Historia de la Música 4, La época del Humanismo y del Renacimiento de la
editorial Turner, trae una cita de la vigésimo segunda sesión del Concilio de
Trento, en lo que se refiere a las deliberaciones sobre la música sacra:
Por lo tanto, toda forma de salmear en música no debe componerse para el deleite frívolo del oído, sino que debe hacerse de una forma tal que las palabras sean comprendidas por todos (ut verba ab omnibus percipi possint) a fin de que los corazones de los oyentes se vean atraídos por el deseo de escuchar las armonías celestes y por la felicidad de la contemplación de los bienaventurados [...] y expulsen de la iglesia aquella música, transmitida por órgano o por canto, que de alguna manera esté mezclada con algo lascivo o impuro [...] de modo que la casa de Dios parezca y pueda ser considerada como la casa de la oración.
Por lo tanto, toda forma de salmear en música no debe componerse para el deleite frívolo del oído, sino que debe hacerse de una forma tal que las palabras sean comprendidas por todos (ut verba ab omnibus percipi possint) a fin de que los corazones de los oyentes se vean atraídos por el deseo de escuchar las armonías celestes y por la felicidad de la contemplación de los bienaventurados [...] y expulsen de la iglesia aquella música, transmitida por órgano o por canto, que de alguna manera esté mezclada con algo lascivo o impuro [...] de modo que la casa de Dios parezca y pueda ser considerada como la casa de la oración.
De modo que enfriemos un poco los ánimos.
La polifonía española tiene unos orígenes bien
lejanos en el tiempo. El Camino de Santiago fue el primer introductor de la
polifonía francesa desde la época medieval, como atestiguan los ejemplos de
notación musical que se han conservado en el Códice Calixtino de la catedral
compostelana.
En la época de los Reyes Católicos existen numerosos ejemplos de
polifonía, algunos anónimos, que se recopilaron en los cancioneros de la época:
Cancionero Musical de Palacio Cancionero de la (Biblioteca) Colombina, Cancionero
de Elvas, Cancionero de la Catedral de Segovia, Cancionero de Barcelona, Cancionero
de Upsala.
Uno de los primeros autores de música
polifónica fue el salmantino Juan del Encina que, además, fue uno de los
primeros autores dramáticos a través de las obras musicales que representaba
para la corte de los duques de Alba. Juan del Encina viajó a Italia en
numerosas ocasiones y conoció la música que allí se hacía. El villancico era
una forma musical a tres o cuatro voces cuya temática no se relacionaba
necesariamente con canciones navideñas, aunque el nombre de éstas viene de ahí.
A partir de Juan del Encina el suroeste español deparó numerosos ejemplos de
compositores, como el portugués Pedro de Escobar o el extremeño Juan Vázquez y,
posteriormente, el centro de creación cultural que se establecería en Sevilla,
con autores de la importancia de Francisco Guerrero.
Juan Vázquez (o Vásquez según se escribía en su época) nació en Badajoz hacia el año
1500 y fue un sacerdote dedicado a la música, tanto en la catedral de Badajoz,
como en las de Plasencia, Palencia y otras capillas castellanas. Trabajó en
Madrid y regresó a Badajoz, desde donde se dirigió a Vila-Viçosa, en Portugal,
y Sevilla.
Su obra fue bien conocida por los
compositores de vihuela que adaptaron alguna de sus composiciones polifónicas.
Las grabaciones diferentes que podemos
encontrar en YouTube nos permiten comprobar cómo se realizan estas
adaptaciones. En primer lugar escuchamos la versión a cuatro voces del grupo La
Colombina que interpreta la pieza original.
En esta otra versión, la voz más alta la canta la
soprano Valeria Mignaco y las otras tres voces forman acordes que son
interpretados por los vihuelistas del "Institute for Middle Age and
Renaissance Studies", de la Universidad de Leuven, en Bélgica.
Más adelante, en los inicios del barroco musical, el acompañamiento viene dado
por el bajo. En la partitura se marca un acorde y el bajo continuo tiene que “realizarlo”.
El bajo continuo estaba formado por varios instrumentos, a menudo por una viola
da gamba y un clave, y los intérpretes realizaban las adaptaciones necesarias
para irse moviendo melódica o armónicamente por el acorde correspondiente en
cada momento, sin estar notado al detalle en la partitura.
En las adaptaciones que aquí presentamos se
puede observar un momento inicial de la evolución del acompañamiento en música.
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