Desde la Grecia clásica
existe un pensamiento musical que vincula la música a una cierta
capacidad de influencia en los comportamientos (pathos) humanos, que piensa que
determinadas músicas, (o todas según otros), pueden crear graves perjuicios
para el alma. Este pensamiento ha gozado de gran notoriedad a lo largo de la
historia, entre otras razones, porque personajes muy considerados por nuestra
cultura occidental así lo han defendido. Es el caso del filósofo griego Platón.
Éste sostenía que el mundo debía de estar regido por los filósofos, (sin duda arrimaba
el ascua a su sardina), y por el contrario, proponía la expulsión de los poetas,
ya que según él estos corrompían a la juventud y eran subversivos para el
gobierno de la polis. Respecto de la música, Platón era un poco más
condescendiente y distinguía entre algunos modos, algunos géneros o
instrumentos que eran buenos para el alma y otros que eran peligrosísimos corruptores
de la juventud. Este dualismo era muy propio de la forma de pensar de Platón
que le llevaba a distinguir en el hombre entre el cuerpo corrupto y pecaminoso
y el alma espiritual, inmortal y portadora de los valores superiores. Todo este
pensamiento dualista, que tiene su origen en los pitagóricos y en las
religiones basadas en los mitos órficos, consiguió una gran pervivencia al
insertarse en el pensamiento transmitido por el cristianismo, por lo que ha
llegado hasta nuestros días. Por eso hay quien piensa que hay géneros, modos o
instrumentos que son santos y otros que son pecaminosos. Así, por ejemplo la
Iglesia Católica permitía en la época renacentista acompañar el canto religioso
con trombones y órgano, pero no con otros instrumentos como podrían ser las
flautas o las trompetas. Otras religiones monoteístas continuadoras de este
pensamiento como el Islam participan de esta visión y ya comentamos aquí como
algunas sectas radicales imponían recientemente la prohibición total de la música,
como es el caso de los islamistas del Norte de África que tomaron el control
del norte de Malí y prohibieron una de las tradiciones musicales más
interesantes de África (o el de los talibanes afganos).
Hoy queremos traer dos noticias a este blog, una buena y la otra
mala.
La buena es que pensamos que todas las músicas son dignas de
escucha y que desde aquí defendemos el derecho de la gente a escuchar lo que le
dé la gana, incluyendo el punk rock y el reggaeton.
La mala es que pensamos que por mucho que escuchemos a Tomás
Luis de Victoria no conseguiremos la salvación de nuestra alma pecadora.
Sin embargo, a pesar de esta limitación, sí recomendamos la
escucha de buenas interpretaciones corales de la música de este compositor
abulense, cima de la polifonía española, como es la que nos ofrece en YouTube
Carlos García de los “Responsorios de Tinieblas”, quien además hace un
comentario muy cualificado de la música que nos ofrece.
Como dice el propio Carlos García: Los Responsorios de Tinieblas se
cantaban durante los maitines del Jueves Santo (Feria V in Coena Domini),
Viernes Santo (Feria VI in Parasceve) y Sábado Santo (Sabbato Sancto), a razón
de seis responsorios al día, cuando aún reinaba la oscuridad y sólo las velas,
que se iban apagando una a una mientras avanzaba el oficio, iluminaban el
interior de la nave.
Como veis continuamos con la campaña de enfriamiento musical
que iniciamos en la anterior entrada.
Así en el frescor nocturno de la nave iluminada con las
velas que se van apagando os dejamos para que disfrutéis de esta música proponiéndoos
que abandonéis las consideraciones extramusicales y que la escuchéis como lo
que es: música buena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario