No podemos entrar en el fin de semana con este mal cuerpo que nos dejan las noticias de la candente actualidad, así que habrá que hacer algo.
Como hoy tenemos un día un poco “dual” vamos a dejar dos muestras de cómo la música puede ayudarnos a sobrellevar las angustias y los sinsabores buscando siempre el lado luminoso de la vida, como ayer nos aconsejaban los Monty Python.
La primera es de Afred Brendel porque hemos leído en la prensa que está en Barcelona dando unas clases magistrales para pianistas. Después de haberse retirado con ochenta años cumplidos, el checo ha decidido recorrer mundo explicando a los jóvenes como ha entendido él la interpretación. Seguramente debe ser un hombre tan honesto como su aspecto sugiere. Cuenta El País que han hecho recientemente un documental sobre su vida para el canal Arte entre la BBC y la ZDF y que al principio de la película suelta Alfred Brendel: “No fui un niño prodigio. No soy judío, al menos hasta donde yo sé, ni provengo de ningún país del este europeo. Mis padres no fueron músicos. Tengo una buena memoria, aunque no excepcional. No soy muy bueno en solfeo. O sea, no sé por qué he triunfado en la vida como músico”. Es decir, empieza a hablar de sí mismo desmontando los posibles tópicos que pudieran hacerle parecer mejor, o que pudieran dar una imagen suya que despierte compasión o que ayuden a crear un mito sobre su persona.
El otro es una debilidad de este blog: George Benson. Cada cual tiene sus debilidades. Ya hemos comentado que aunque es un hortera de cuidado es también el mejor guitarrista de jazz vivo. Al menos nos parece a nosotros. Personalmente he de decir que cuando le escuché esa forma de fraseo en la guitarra cogí la mía y la colgué. Hasta la fecha. Es decir que los beneficios que Benson ha proporcionado a los amantes de la música son muchos y muy variados.
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