15 nov 2010

Malabarismos con la guitarra.

Decir que Stanley Jordan es un guitarrista irregular es decir poco. El viernes pasado pudimos verle transitar desde pasajes sonoros de un lirismo intenso a momentos en que el instrumento dejaba de sonar correctamente cometiendo fallos imperdonables, como cuando la nota que tenía que sonar no suena y, además, rompe el ritmo y hace que la frase suene torpe y mal ejecutada. Pero, además, si estos fallos suceden en medio de un momento de una gran intensidad lírica, la sensación producida es de una frustración inmensa.
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La cuestión reside en el empeño de Jordan por desarrollar la técnica del tapping. Parece como si estuviéramos ante un gran testarudo empeñado en dedicar toda su vida al desarrollo de una técnica que no termina de ser eficaz. No lo es porque aunque pude dar unos resultados magníficos en ocasiones, produce los fallos que comentamos en otras. La insistencia en un asunto puede ser tenacidad, cuando no nos arrendamos ante los obstáculos y trabajamos sin descanso hasta conseguir nuestro objetivo, o puede ser tozudez, que no es una virtud sino un vicio que consiste en no ver que te estás equivocando. Tal vez, si utilizara una técnica mixta, aprovechando lo que tiene de bueno cada forma de pulsar las cuerdas, como hacen la mayoría de los guitarristas y en especial los bajistas eléctricos, sus resultados podrían ser más equilibrados.
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Para juzgar la música de Jordan hay que cerrar los ojos y escucharla. La mayoría de la gente, por el contrario, lo que hace es abrir bien los ojos para observar el espectáculo del hombre orquesta, y eso no es música, es espectáculo de lo inusual, como la mujer barbuda. Lo que escuchamos cuando cerramos los ojos y nos olvidamos de que, por ejemplo, está tocando a la vez la guitarra con una mano y el piano con la otra, es una música agradable, bien realizada, pero que, además de los fallos de ejecución referidos, presenta una cierta inconsistencia estilística. Graduado en Princeton en música y armonía después de tocar el piano desde su infancia, aprovechó esos conocimientos para desarrollar su interpretación en la guitarra. La música que escuchamos el viernes es inclasificable, pero no porque se mueva en lo desconocido, sino porque toma elementos de aquí o de allá sin más precisión que la de utilizarla en su particular “tour de force”. Inició el concierto con un tema que recordaba vagamente a la guitarra flamenca, marcando desde el primer momento su intención de agradar al público y buscar un reconocimiento a su obra. Después presentó el concierto con unas breves palabras en español, lo que fue agradecido por el respetable. En su recorrido pasó por momentos de un gran lirismo, versiones de piezas muy conocidas, algo de jazz y terminó con la inevitable versión de Starway to Heaven y algún que otro bis. En general tocó músicas muy europeas, (Beatles, Led Zepellin, cláisca-barroca, un cierto lirismo neoclásico), y echamos de menos algo más de Jazz. En Green Sleeves, (un canción tradicional francesa pero que han adaptado muy bien los músicos de jazz), es donde estuvo más correcto en su interpretación. En todo caso se le nota una facilidad para improvisar imponente. En un tema de Bach realizó una improvisación que, seguramente, hubieran gustado y sorprendido al Kantor de Leipzig.
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En fin, con sus más y sus menos, fue un concierto que mereció la pena y el público, en general muy impresionado con el espectáculo, lo agradeció con grandes aplausos.


2 comentarios:

Alejandro Ossandón Páez dijo...

el otro dia lei un articulo tuyo sobre stanley jordan, busque sobre el, me baje el magic touch y es increible, una gran recomendacion

manuel larios dijo...

Pero Magic Touch es del 85 y los Standards del 87. Si lo escuchas hoy sigue sonando igual, lo que quiere decir que esa técnica presenta problemas graves a la hora de tocar o que Jordan, a pesar de su tenacidad, no ha seguido evolucionando y no suena ahora mejor.
Suena bien pero con problemas y no es que sea uno un prefeccionista.

Saludos