Las piezas de Luciano Berio (1925-2003) denominadas Sequenza son catorce piezas dedicadas, cada una de ellas, a un instrumento solista. En una época tan dada al análisis y la teoría como fue la segunda mitad del siglo XX, la obra de Berio se presenta como una forma de analizar la música mediante la composición y las distintas formas en collage, sin embargo estas sequenzas son obras en las que el autor se centra en explorar al máximo las cualidades propias de cada instrumento. Este enfoque ha sido propio de músicas basadas en la interpretación, como por ejemplo en el jazz. Los músicos de jazz, como los de flamenco, lo que hicieron, (en síntesis), fue interpretar la música propia de sus ambientes pero con una visión personal. En estas músicas la importancia está en la interpretación, no en la composición: lo importante no es lo que toques, sino como lo toques. Lo novedoso en Berio es que este autor lo hace desde la composición, no como intérprete. Para ello exige que los músicos que lo interpretan sean auténticos virtuosos del instrumento y ejecutantes inteligentes.
La primera sequenza para flauta nos trae recuerdos de la música a solo de un Eric Dolphy, el músico de jazz desaparecido en 1964 a los 36 años que había sido el primero en superar los esquemas del bop en la flauta mediante un free-jazz basado en una interpretación desligada de la tonalidad y centrada en la propia interpretación y el sonido. La segunda, sequenza, para arpa, requiere el uso de todos los recursos del instrumento, utilizando diversas formas de rasgueo y pizzicatos. La sequenza para voz es una investigación de la voz humana, del timbre, el ritmo, etc, más allá de lo que ha popularizado recientemente el cantante americano Boby McFerrin.
Estas obras de Berio son una indagación sobre el lenguaje musical, un tema, (el del lenguaje), que, junto a su amigo Umberto Eco ha sido un punto fundamental de su investigación.
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