"Africa is also the joy of livings, optimism, beauty, elegance, grace, poetry, softness, the sun and nature. Let's be happy to be its sons and fight to build our happiness." Salif Keita.
Si tuviera que elegir un disco de la nueva música africana eligiría Moffou, de Salif Keita, del 2002, porque combina la mejor música popular de África con la mejor de Europa: los arreglos están lejos de esas monsergas electrónicas de Peter Gabriel y compañía para Youssou N’Dour. Junto a instrumentos electrónicos, se pueden escuchar muchos de los tradicionales instrumentos mandinga de Malí y las voces femeninas que contestan antifonalmente los cantes de Keita. Las producciones de Keita han contado con asesores de la categoría de Joseph Zawinull (Weather Report) y suelen ser de las mejores que se pueden encontrar en la nueva música africana. En Moffou, producido por Jean Lamoot, cuenta con colaboraciones como la de Cesaria Évora, la voz estrella de Cavo Verde, el guitarrista de Guinea Djelly Moussa Kouyaté, la guitarra acústica de Kanté Manfila, Benoît Urbain en la harmónica, la percusión de Arnaud Devos y Mino Cinelu y las flautas de David Aubaile. En los instrumentos tradicionales están Mamadou Kone, Adama Kouyate, Souleyman Doumbia y Drissa Bakayokothe, los laúdes de Jean-Louis Solans y Mehdi Haddad (Ekova) y el n’goni de Sayon Sissoko y Harouna Samake.
La historia personal de Salif Keita también es interesante. Descendiente del rey que fundó el reino de Malí en el siglo XIII, fue rechazado por su padre por haber nacido albino. En la cultura malinesa los albinos dan mala suerte y pertenecen a una casta inferior. Por otra parte, puesto que los músicos son sirvientes de las castas nobles y los hijos de éstas no pueden tocar música, la rebeldía del joven Salif Keita le llevó a interesarse por este arte y vengar la maldición que se le impuso, triunfando primero en Malí, después en Francia, EE. UU. y todo el mundo.
La historia personal de Salif Keita también es interesante. Descendiente del rey que fundó el reino de Malí en el siglo XIII, fue rechazado por su padre por haber nacido albino. En la cultura malinesa los albinos dan mala suerte y pertenecen a una casta inferior. Por otra parte, puesto que los músicos son sirvientes de las castas nobles y los hijos de éstas no pueden tocar música, la rebeldía del joven Salif Keita le llevó a interesarse por este arte y vengar la maldición que se le impuso, triunfando primero en Malí, después en Francia, EE. UU. y todo el mundo.
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