Cuando Gustav Mahler fallece con
cincuenta años, el 18 de mayo de 1911, está escribiendo su décima sinfonía de
la que solo tiene terminado el Adagio del primer movimiento. Después de su
muerte el musicólogo Deryck Cooke dice haber recompuesto los fragmentos que
Mahler había escrito para el resto de los movimientos y que Alma Mahler le
había proporcionado. Posteriormente algunas notas que recibió de la hija del
compositor llevaron a replantear el segundo, el cuarto y el quinto movimiento.
A pesar de las reconstrucciones, muchos músicos solo interpretan el Adagio,
pues es el único que pueden tocar con la seguridad de haber recibido una obra
terminada del compositor.
El análisis de la Wikipedia sobre
esta Sinfonía nº 10 nos parece bastante acertado.
Este Adagio, (en realidad
Andante-Adagio según el autor), es una pieza de armonía ampliada que llega a
rozar el límite de la atonalidad no tanto por el cromatismo de las melodías
sino por la estructura formal de la pieza que hace caso omiso de cualquier
dirección armónica clara. En todo caso, está cercano al expresionismo emergente
de la Segunda Escuela de Viena. Por ese motivo, traemos aquí de nuevo a Pierre
Boulez, por la misma razón que cuando presentamos la Séptima, pero ahora
dirigiendo a la Cleveland Orchestra.
Con esta obra terminamos nuestro recorrido por las sinfonías de Mahler.
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