Antoni Wit, Conductor. Staatskapelle Weimar.
En el diario en la red Público de
hoy, comenta el economista Vicenç Navarro la gran diferencia que hay entre
Alemania y España respecto del pasado autoritario del régimen Nazi y del
franquismo. Mientras que en el primer caso, la persecución de los que
colaboraron con los nazis ha sido meticulosa e incluso, en algunos casos,
exagerada, en nuestro país nadie ha pedido perdón por haber formado parte del
régimen autoritario del general Franco. Dejando de lado estas cuestiones que
corresponden al campo de la política, Vicenç Navarro menciona el caso de
Richard Strauss, de quien se cumplen ahora los 150 años de sus nacimiento. Destaca
el economista lo mucho que le costó al músico bávaro rehabilitar su imagen
después de la derrota alemana, a pesar de que había colaborado estrechamente con
el escritor judío Stefan Zweig y de que su hijo se había casado con Alice, una
mujer judía. En su artículo Vicenç Navarro nos remite a uno de Michael Kennedy
sobre Strauss. Buscamos en la red y lo encontramos, así que decidimos hacer una
rápida traducción y publicarlo aquí por el interés que tienen los comentarios
sobre su música y su vida.
Richard Strauss: un remiso colaborador nazi.
Richard Strauss fue cortejado, rechazado y luego perseguido por los
nazis. En su 150 º aniversario, ¿está su música finalmente libre del estigma?
Strauss nació en Múnich el 11 de
junio de 1864. Su padre, Franz, era el solista de trompa en la orquesta de la
ópera de Múnich y su madre era la hija del dueño de la cervecería Pschorr. Comenzó
a componer cuando tenía cinco años y pronto se extendieron las noticias de sus
proezas: su segunda sinfonía, compuesta cuando tenía 19 años, tuvo su estreno
en Nueva York.
Al llegar a la edad adulta, la
música era lo que más le interesaba en la vida, seguido por la devoción que
dispensaba a su esposa, Pauline (soprano tempestuosa), su hijo, Franz, la esposa de éste, Alice, sus dos nietos y el juego de cartas
Skat. Era un excelente pianista, sobre todo como acompañante, y un gran
director de orquesta, hasta el punto de que las grabaciones que realizó de sus
propias obras y de las sinfonías de Mozart son clásicas. Strauss adquirió fama
internacional con los poemas sinfónicos, escritos entre 1888 y 1915, que
transformaban en música las historias de
Don Juan, Don Quijote, el bribón medieval alemán Till Eulenspiegel, Macbeth y
(en Ein Heldenleben), la vida de un héroe, basado libremente en sí mismo, cuyos
enemigos a batir eran los críticos de música de Múnich que había atacado
salvajemente su primera ópera.
Otros de sus temas fueron
"el superhombre" de Nietzsche, (en Así habló Zaratustra, cuya
fanfarria de apertura aparece en “2001: Una odisea del espacio” de Stanley
Kubrick); la escalada en los Alpes (Eine Alpensinfonie), y un día en su vida
familiar (Symphonia Domestica). Una vez dijo: "Quiero ser capaz de
representar en la música un vaso de cerveza con tanta precisión que cada oyente
puede decir si se trata de una Pilsner o una Kulmbacher."
Las óperas de Strauss Salome
(1905) y Elektra (1909) causaron una gran impresión por el tratamiento
sensacionalista de las melodías y la expresividad lírica con la que escribió
las partes para la voz femenina. Cuando trabajaba como director de la Ópera
Estatal de Berlín, su patrón, el Kaiser Guillermo II, le dijo: "Esta
Salomé no le hará ningún bien." Strauss escribió más tarde en su diario:
"Aquel “ningún bien” se convertiría en mi casa de Garmisch".
Su ópera Der Rosenkavalier
(1911), con libreto de Hugo von Hofmannsthal y Harry Graf Kessler, encantó al
público con su ambientación en la Viena del siglo 18, sus vales, sus trajes
glamorosos y su trama tan romántica. Las óperas que siguieron abrieron nuevos
caminos: una ópera de cámara, Ariadne auf Naxos (1912), la misteriosa y
simbolista Die Frau ohne Schatten en 1917, y su Intermezzo (1923), en el que
utiliza un problema conyugal propio para elaborar la trama.
Desde 1942 hasta su muerte en
1949, Strauss escribió una serie de piezas orquestales en las que se aprecia un
estilo temperado por la edad y su mucha experiencia, de los cuales el
Metamorphosen (1945), una pieza para 23 cuerdas solistas, podría ser su mejor
ejemplo. Se trataba de su elegía a la cultura alemana destruida por los nazis ("esos
bárbaros", como él los llamaba). Su trabajo final, Four Last Songs (1948),
coronó una vida en la que siempre gustó de escribir canciones, lo que le acerca
a Mahler, Schumann, Wolf y Schubert. Su muerte a los 85 provocó brillantes homenajes.
Pero había una nube más allá de tantos elogios.
En 1933, Hitler, al frente del
Partido Nacional Socialista, se convierte en canciller de Alemania. El apolítico
Strauss no se sintió preocupado por este hecho y le dijo a su familia que este
gobierno no duraría mucho tiempo. "Hice música para el káiser ", les
dijo. "Así que sobreviviré a este tipo". Su adorada nuera, Alice, era
judía y tuvo dos hijos, su editor, Adolf Fürstner, era judío y estaba
trabajando en el libreto de su siguiente ópera con el dramaturgo austro-judío
Stefan Zweig, una comedia basada en El Epiceno (Die Frau schweigsame) de Ben
Jonson, destinada a ser estrenada en
Dresde.
En 1933, Joseph Goebbels,
ministro de propaganda responsable de todo lo referente a la actividad
cultural, creó varios departamentos para gestionar cada una de las artes, y en
noviembre, nombró presidente del Reichsmusikkammer a Strauss, para que
supervisara la música. Preguntado después sobre los motivos por los que aceptó,
Strauss dijo: "Tenía la esperanza de que iba a ser capaz de hacer algo
bueno y de que podría evitar males mayores."
Consideraba su nombramiento como
una oportunidad para lograr algunas de las reformas que había esperado durante tanto
tiempo para, el principal de ellos que Alemania firmara el Convenio de Berna
sobre derechos de autor, que aumentaría el período de protección de las obras
de 30 a 50 años. Pensando que tenía el apoyo de Goebbels, Strauss en agradecimiento
escribió una breve canción (de unos 95 segundos) llamada Das Bächlein ("El
pequeño arroyito") que dedicó al ministro. Nunca se llegó a interpretar en
su forma original. La última línea contiene la palabra "Führer" repetida
tres veces; se ha venido defendiendo que estas palabras se debían a Goethe,
pero esto nunca ha sido confirmado. Cuando, durante la guerra, se propuso una
edición completa de sus canciones, ordenó que Das Bächlein fuera suprimida.
Strauss debería haber sospechado
algo sobre el régimen nazi cuando se le dijo que no podía ir al Festival de
Salzburgo en el verano de 1934 para dirigir Fidelio. Finalmente, se le levantó
la prohibición y al encontrarse con Zweig en la ciudad, Strauss le dijo:
"He preguntado a Goebbels si había alguna “objeción política” en tu
contra, y él me ha dicho que no”.
Durante la Navidad de 1934, Strauss compuso su
Olympische Hymne destinado a los Juegos de Berlín de 1936, que era un encargo
del Comité Olímpico alemán, no del gobierno. Él imploró a Zweig que escribiera
otra ópera con él, pero el dramaturgo, que era más realista, sabía que los
nazis no iban a aceptar a un libretista judío. Por eso se ofreció a sugerirle
temas y supervisar la elaboración de libretos escritos por autores convenientes.
En una carta a Zweig, Strauss le replicó: "¡Usted me conduce a la
desesperación! ¡Esta obstinación judía! ¡Es capaz de convertir a cualquiera en
antisemita! "La carta, que se burlaba de la idea de la música aria, fue robada
por un miembro de la Gestapo del buzón de correos del hotel de Dresde donde
Strauss se hospedaba mientras asistía a los ensayos de Die Frau schweigsame y fue remitida a Hitler.
En el ensayo general, Strauss pidió
de repente una copia del programa. Vio que el nombre de Zweig había sido suprimido.
Exigió entonces su reincorporación o dejaría Dresde ese mismo día. El
intendente, Paul Adolph, aceptó, (por lo que fue despedido a los pocos días). El
estreno fue bien. Hitler y Goebbels habían prometido asistir, pero no lo
hicieron; Hitler ya había visto la carta que Strauss había escrito y Goebbels
exigió que renunciara a dirigir la cámara "por motivos de salud".
Aterrorizado por su familia, Strauss escribió una carta servil a Hitler,
pidiendo verle. No hubo respuesta. En sus cuadernos privados, Strauss escribió:
"Considero que el acoso anti-Judío de Goebbels es una vergüenza para el
honor alemán".
Luego siguieron diez años en los
que los nazis jugaron al gato y al ratón con el envejecido compositor. Ellos sabían que la seguridad de su familia era de suma importancia para él. También
necesitaban su música. Goebbels escribió en su diario en febrero de 1944:
"Por desgracia, todavía lo necesitamos, pero un día tendremos nuestra
propia música y entonces no precisaremos de este decadente neurótico."
Otro oficial le dijo: "Otros cabezas antes que la tuya ya han rodado, Herr
Doktor Strauss."
En Garmisch, los nietos de
Strauss fueron apedreados camino de la escuela e insultados como "sucios Judíos".
Sus padres, Franz y Alice, fueron cuestionados por dos veces por
la Gestapo y 32 miembros de la familia de Alice fueron encarcelados en el campo
de concentración de Theresienstadt, donde perecieron.
Al final de la guerra, Garmisch quedó en la
zona de ocupación de EE.UU. y un oficial llegó a la villa para hacerse cargo de
su gobierno. Strauss se puso de pie y le dijo, "Yo soy el compositor de
Der Rosenkavalier y Salomé. Déjame tranquilo.” "Las condiciones eran tan
malas en Garmisch que a la pareja de ancianos se les permitió ir a Suiza. Allí,
Strauss se sorprendió al encontrarse con una buena dosis de hostilidad. Un
periódico dijo que no era bienvenido en el país y un cantante de ópera suizo
protestó porque el papel principal en una ópera de Strauss en Zúrich fue asignado
a una soprano austriaca que había cantado en Alemania durante la guerra. En
1947, Strauss hizo su primer vuelo para dirigir conciertos en Inglaterra organizados
por su viejo amigo Thomas Beecham. Estaba profundamente deprimido por tener que
justificarse ante el consejo de desnazificación, que estaba investigando a
quienes se creía que habían colaborado con el régimen. En junio de 1948, fue
absuelto de todos los cargos.
Él y Paulina regresaron a
Alemania antes de la celebración de su cumpleaños número 85 en Garmisch y
Munich. Su salud estaba empezando a fallar y murió el 8 de septiembre de 1949. Le
dijo a Alicia: "Morir es exactamente como yo lo compuse en Tod und
Verklärung."
A pesar de que Strauss fue
eximido del delito de colaboración, durante décadas su música sufrió la misma
suerte que la de Wagner: la asociación del compositor con los nazis mancilló su
obra, que por ese motivo fue prohibida, ignorada o denigrada. Mientras Wagner
sigue verboten, (prohibido), Israel
levantó su embargo sobre Strauss en la década de 1990. El gran público puede
ahora compartir la visión que Strauss tenía de sí mismo: un músico pragmático, bien
relacionado, que pretendía utilizar su influencia para lograr el bien común,
ansioso de ayudar a sus amigos y colegas judíos y decidido a proteger a su
nuera judía, así como a sus nietos.
Michael Kennedy es director
honorario de "La Voz de Strauss", una serie de conciertos en el
Bridgewater Hall de Manchester, que se celebrarán hasta el 8 de marzo.
Su libro " Richard Strauss: Man, Musician, Enigma"
está publicado por Cambridge University Press (£ 39.99)
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Gran pieza
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