Leo
en las necrológicas de El País sobre la muerte de un escritor negro llamado
Amiri Baraka. Pensaba que se trataba de un africano pero no, veo que era un
escritor norteamericano. Finalmente me entero de que se refiere a LeRoi Jones,
quien se había convertido al islam y había cambiado su nombre de esclavo, como
él decía, por ese otro más acorde a su nueva mentalidad.
Conocía
a LeRoi Jones por un libro que se publicó aquí en 1986 con el título de Música
Negra, traducido al castellano por Jesús Ordovás. Lo recuerdo porque era un
libro que me sorprendió mucho. No me esperaba encontrar las críticas tan
radicales que el autor dedicaba a los blancos que nos sentíamos atraídos por el
jazz y la música negra en general. Para él, la música negra no era sólo música,
era también cultura negra. De manera que renegaba de muchas de las formas con
las que los blancos, europeos y sobre todo norteamericanos, nos “inmiscuíamos”
en su música. En primer lugar porque censuraba que los críticos de jazz fueran
normalmente blancos. Los blancos entrábamos en el jazz por curiosidad, como
quien abre una puerta y se encuentra con un mundo que le sorprende y que le
anima a uno a conocerlo más a fondo. Por el contrario, decía que los negros, en
cuanto que alcanzaban un estatus cultural o social determinado, renegaban de
sus orígenes y se apuntaban al carro vencedor adoptando los modos de vida
triunfantes, es decir: la cultura europea y occidental. Mencionaba los
comentarios de algunos de estos afroamericanos que le decían que los blues de
su pueblo “estaban llenos de mal gusto”. LeRoi Jones desenmascaraba esta forma
equivocada de pensar y proponía la escucha de John Coltrane en detrimento de
músicos como Paul Desmond, que con su jazz
edulcorado triunfaba por entonces con el reconocimiento que le daba el hecho de ser
blanco. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que trataba mal a mi
ídolo Miles Davis, porque su música estaba a caballo entre varias
tradiciones algunas de las cuales eran muy conocidas para cualquier europeo
blanco.
En
cuanto a la música, propiamente dicha, ridiculizaba esos comentaristas que
trascribían los solos de los grandes músicos de jazz: como si eso pudiera
transmitir toda la intensidad de una buena interpretación jazzística. Aprendí a
escuchar a los buenos músicos negros, pero sobre todo, aprendí algunos
conceptos musicales que me han ayudado después a entender los fenómenos
sonoros, pero sobre todo, a comprender las implicaciones antropológicas que se
esconden detrás del arte musical. Años después, a principios de este siglo,
realicé mis estudios de musicología y seguí con gran interés los temas de
etnomusicología.
Tengo
que reconocer que LeRoi Jones me abrió la mente a formas diferentes de escucha
musical y empezó a romper el etnocentrismo con el que todos tendemos a analizar
la realidad cultural y social del mundo que nos rodea.
Escucharé
a Coltrane y a Archie Shepp recordando al viejo poeta americano. He encontrado
un curioso concierto en el que Shepp comparte escenario con Chucho Valdés: un
buen intercambio de culturas afroamericanas en el jazz latino y en una
muy buena grabación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario