Lou Reed podría gustar más o
menos, pero lo que es indudable es que siempre fue un ”poeta en Nueva York”, un
trovador de Manhattan. Digo esto porque me llama la atención la poca
repercusión que ha tenido su muerte en el New York Times, en comparación con la
que ha tenido en España. Toda la prensa española en la red trae su foto en
portada y varios artículos sobre su figura. Incluso el ABC trae un artículo de Loquillo y otros sobre el cantante de Nueva York, (quien mejor ha relatado
su necrológica ha sido, como casi siempre, Diego A. Manrique: el pobre se va a
quedar para esto, para las necrológicas del rock y el pop). En Europa se le apreciaba
más que en su tierra, como pasa y ha pasado antes con muchos músicos
americanos. Yo creo que se equivocan. En Nueva York hay mucho glamour y mucha
basura, si no hacen poesía con la basura, con lo sórdido, con lo que es la
verdad de las cosas, como hizo Reed, se les llenarán las calles de eso: de
basura, sin más.
Además era un músico experimental y un
adelantado a muchas cosas que luego siguieron muchos cantantes y músicos en
todo el mundo. Si Bob Dylan fue el primero en darse cuenta de que el rock podía
ser la música de los cantautores del futuro y se pasó del folk al rock, Lou
Reed pensó lo mismo pero siempre estuvo en el rock, no le hizo falta hacer
ninguna transición. Pero era un músico que no creía en las etiquetas y al que solo
le interesaba la música, no las clasificaciones artificiales que le damos a la
poesía sonora que es ese arte. Dice Loquillo titulando su artículo: todos
quisimos ser Lou Reed.
Ahora en Nueva York hay más seguridad en sus
calles que en los años de la Velvet Underground, pero sigue habiendo la misma
cantidad de basura y no queda nadie que levante la voz para contarlo. Sin
Raymond Chandler y sin Lou Reed, ¿a quién le interesan las sórdidas historias
que suceden cada día en las grandes urbes americanas?
Por último una curiosidad. Hace ahora un par de años, el escritor Antonio Muñoz Molina paseaba por Nueva York con Elvira Lindo cuando se tropezó con Laurie Anderson y Lou Reed y en su blog describió brevemente ese encuentro con la maestría que caracteriza al último Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
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