30 nov 2012

MIguel Poveda en Badajoz


Miguel Poveda (cante),  
Jesús Guerrero (guitarra), 
Paquito González (percusión) 
Carlos Grilo y Luis Peña (palmas). 



Los recortes de los dineros públicos alcanzan a todo. Uno nunca había llegado a pagar 45 euros por la entrada de una actuación de flamenco, pero claro, antes, estas cosas estaban subvencionadas y costaban la mitad. Es uno más de los sacrificios que nos vienen impuestos por los excesos de R. Rato y sus secuaces de “las cajas”. Sin embargo yo aposté por dejar de salir a cenar una noche (o dos, según el restaurante) y asistir a la actuación y, afortunadamente, acerté. Cualquiera que sea mínimamente aficionado al flamenco ha de ver, al menos una vez en la vida, un recital de cante de Miguel Poveda. La verdad es que no fui el único. Nunca he visto “El López” tan abarrotado de gente desde aquel lejano día en que se inauguró tras su reforma.
Desde que murió el maestro Morente, no hay nadie en este género que esté a la altura del de Barcelona. Eso lo sabes cuando aún no lleva un minuto cantando, a pesar de que hace poco que ha estrenado un nuevo proyecto en el que abandona aquel magnífico equipo de músicos que dirigían Joan Albert Amargós y Chicuelo. Pero Poveda, como le pasaba a Morente son de esas personas que sólo se conforman con lo mejor. Sus músicos son de Cádiz, (Jerez, San Fernando, Chiclana), y su equipo técnico de sonido son catalanes, seguramente conocidos suyos entre los mejores de la Ciudad Condal. El sonido era un poco fuerte, pero impresionantemente nítido.
Empezó el recital con los temas de su nuevo disco ArteSano, nombre ambiguo que mezcla la artesanía y la salud espiritual. Este disco está dedicado al flamenco de siempre. Hay temas que van desde los cantes más serios hasta los más festeros y tiene ecos de aquellos cantaores que, entre Antonio Mairena y la Paquera de Jerez, están en los orígenes de los aficionados actuales de cierta edad. El disco tiene bulerías, alegrías y tangos, pero también tientos, (de Pastora Imperio), fandangos por soleá, malagueña, soleá apolá, minera, seguirillas y, por supuesto, un poquito de copla y sevillanas, terminando con una nana, como para que te vayas contento a la cama.
Pero, enseguida se notó que la cosa no iba a quedar ahí y pronto empezó a cantar algunas coplas. La gente le pedía temas y él respondía: “no se preocupe que lo voy a cantar todo”. Y así fue: lo cantó todo. Cantó las de su anterior disco, “Las coplas del querer”, hasta que llegó al tema “A ciegas”, ese tema de Quintero, León y Quiroga que popularizó, según dicen, (que yo no la he oído), doña Concha Piquer. El tema, que conocemos arreglado por Alberto Iglesias para la película “Los abrazos rotos” de Almodóvar, suena con una base de orquesta de cuerdas que es muy difícil reproducir en directo con una guitarra y percusión y Poveda lo que hace es cantarla sin acompañamiento. Es un tema magnífico y sus armonías son muy interesantes, pero cantarlo sin los acordes es una labor arriesgada. Pues bien, lo cantó de manera impecable.  A cada tema que cantaba el teatro se venía abajo y el seguía y seguía, con unas inmensas ganas de cantar. Hizo bises hasta cerca de las once y media, alguno se tuvo que ir para casa porque había que madrugar al día siguiente, pero él interpretó con mucho cariño a Lole y Manuel y nos recordó algo que no hay que olvidar nunca, algo tan sencillo como que todo es de color, aunque a veces parezca que se nos olvida y lo veamos todo negro, (o gris). La gente se ponía de pie y el seguía cantando y cantando. Hacia el final cantó una seguirilla inmensa, para a continuación, cantar la copla de los “Tres puñales” y después bailar en el fin de fiesta. No se olvidó de recordar lo mejor del flamenco de Extremadura y mencionó al Porrina, Guadiana y la Caíta.
Todos los que estuvimos ayer en el teatro López de Ayala de Badajoz cuando abandonamos la sala queríamos a Poveda. 

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