Cuando yo era jóven no era fan de Sonny Rollins porque lo era
de John Coltrane y en aquella época o eras de uno o eras de otro. Eran como el
Barça y el Real Madrid. Afortunadamente, estos tiempos de eclecticismo que
vivimos nos permiten disfrutar de ambos y de cualquier otro sin sonrojo. A mi
se me quitaron las tonterías una noche en el Pabellón de Deportes de Madrid
allá por los años noventa cuando salió un Rollins sesentón y empezó a soplar
por el saxo como si le fuera la vida en
ello. Creo que es el mejor concierto que
he visto en mi vida, aunque otros músicos me hubieran interesado más en
principio. Llegué sin ser un fan de Rollins y salí totalmente convencido de que
ese tipo era uno de los que habían hecho de una cosa tan sencilla y
barriobajera como es el jazz algo inmensamente grande.
Por eso me alegro mucho de que a sus ochenta y dos añitos
las crónicas sigan diciendo que su actuación, (por ejemplo ayer en el festival de Vitoria), fuera como la de un torero en una tarde memorable.
Aquí toca el tema de "Macky Navaja" que Kurt Weil tituló "Die Muritat von Mackie Messer", demostrando que es capaz de volver loco hasta a los japoneses.
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