Anoche me quedé escuchando unas grabaciones que tengo por casa de la obra para piano de Francis Poulenc. Poulenc (1899-1963) fue un miembro destacado del grupo de los seis en Francia, (Francis Poulenc, Darius Milhaud, Arthur Honegger, Georges Auric, Germaine Tailleferre, y Louis Durey). El grupo, que no llegó nunca a articular una personalidad propia, era heredero de la tradición francesa de Cesar Franck y de su continuación en Debussy, pero se proponían superar el rigor algo retórico del impresionismo mediante una clarísima admiración por Erik Satie y su música honesta y alejada de toda solemnidad. Poulenc era hijo de una pianista que fue su primera maestra y tuvo una educación autodidacta, algo alejada del academicismo, encarnado entonces en la figura de d’Indy. Su amistad con Jean Cocteau le puso en contacto con las vanguardias literarias y artísticas de los años de entreguerras, como el surrealismo y Dadá. Su estilo es armónicamente sencillo y volcado hacia la preeminencia de la línea melódica, un estilo radiante y ameno, tal vez un reflejo, podemos imaginar, de una infancia gozosa al piano en la compañía de su madre. Su música pretende acercarse a las músicas populares que por entonces podían escucharse en los cafés, en la calle, en el teatro. También al jazz y a la música de cabaret.
La crisis económica del 29 y la crisis social y política subsiguiente a aquella en los años treinta, cambian su forma de ser y su mentalidad, como cambia toda la cultura europea. Poulenc se reencuentra con la fe católica, escribe las Letanías para la Virgen Negra de Rocamadour, una Misa en sol Mayor, Cuatro Motetes, un Stabat Mater y la ópera Diálogo de carmelitas, basado en la obra de George Bernanos del mismo nombre, con su pesimismo y su tradicionalismo católico.
Pero esa es ya otra historia. Nosotros nos quedamos con la obra pianística de su primera etapa tan influida por Satie.
1 comentario:
ok.trop cool et je reviendrai la prochaine fois.
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