La antropología nació como una ciencia dedicada al estudio de las civilizaciones menores, de las culturas atrasadas, antiguas y de los países del tercer mundo, en un entorno de colonialismo europeo. La paradoja es que, superadas estas condiciones, la etnografía, (que es la ciencia que realiza el trabajod e campo para los antropólogos), se ha girado y al darse la vuelta ha empezado a mirar la propia cultura a la que pertenece y, bajo una óptica post-moderna, se ha decidido a mirar a la cultura occidental como una más, observándola de la forma más objetiva posible sin juicios previos. ¿Cómo vería alguien de una cultura diferente a la nuestra cualquier acontecimiento, por ejemplo un concierto musical con una orquesta sinfónica? Este comentario ya lo hizo un etnomusicólogo inglés que acudió a un concierto acompañado de un músico hindú, pero en su caso se centró más en los aspectos musicales. Imaginemos como vería nuestros conciertos una persona ajena a nuestras costumbres, teniendo en cuenta que, por ejemplo, en muchas culturas la música no existe como actividad profesional y es practicada por toda la comunidad o que no tienen sentido del espectáculo con carácter exclusivamente lúdico sino solamente como ceremonial:
“En el edificio hay dos espacios. En el espacio mayor se sienta una gran cantidad de personas. En el otro espacio un grupo notablemente menor. El grupo mayoritario va entrando por una puerta, al fondo de la sala, enseñando una acreditación a unas señoritas altas y muy bien arregladas. Esto lo hacen para demostrar que han pagado para entrar porque esta gente debe ser muy desconfiada, por lo que se observa. Una vez llena la sala apagan las luces y la gente, que había llenado el espacio mayor, se calla al instante. Al poco empiezan a aparecer los que ocupan el otro espacio, el espacio menor de la sala. Mientras que el primero tiene una cierta pendiente, el segundo es un espacio horizontal. Según empiezan a entrar éstos, los otros aplauden. En el espacio menor la gente entra sin enseñar acreditación alguna porque en este espacio no se paga, incluso me han dicho que reciben dinero por estar ahí y hacer música. Una vez que se han sentado todos entra otra persona y la gente que llena el espacio mayor vuelve a aplaudir de nuevo. Esta persona dirige su instrumento hacia el resto y lo hace sonar. Al momento se produce una especie de ruido infernal controlado cuando todos sus compañeros hacen sonar sus instrumentos. Afortunadamente al poco se callan. De repente no pasa nada y todo el mundo está quieto hasta que aparece en la sala otra persona y se reanudan los aplausos. Llegados a este punto podemos decir que ha trascurrido un buen rato sin que haya pasado nada interesante, esta gente se debe de aburrir mucho con estas ceremonias.”