Hay cosas que con el tiempo se han de arreglar. Desgraciadamente no todas pero sí algunas. Recuerdo que hace unos años no se podía hacer turismo sin filmar los viajes con una cámara de video VHS. Hoy día son menos los que prefieren perderse el viaje para llevarse una mala película del mismo y la mayoría de la gente prefiere disfrutar de los lugares que recorre en lugar de verlos a través del visor. Eso mismo está pasando en la música. No hay forma de asistir a un concierto de rock, pop, jazz o flamenco, sin que la mayoría de las personas que tienes delante estén con el brazo levantado tratando de filmar el concierto con el teléfono. Sé que no queda mucho tiempo para que el más estúpido espectador se canse de esas grabaciones infames en que no se ve ni se oye nada y sólo sirven para demostrar “que yo estuve allí”, pero en tanto llega ese día es una incomodidad añadida asistir a cualquier concierto sin que puedas ver nada de lo que está sucediendo porque un mar de brazos levantados te lo impide. Cuando yo era niño levantábamos el brazo en el colegio porque nos obligaban a hacer el saludo fascista. Otros han tenido que hacer lo mismo porque les obligaban a levantar el puño, pero finalmente lo que se ha impuesto ha sido levantar el brazo para saludar al consumismo más estúpido.
Ya queda menos para que se les pase esta inútil obsesión, (tan inutil como las anteriores).
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Ya queda menos para que se les pase esta inútil obsesión, (tan inutil como las anteriores).
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