De cómo el López se llenó de helicópteros.
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DIGRESIÓN
DIGRESIÓN
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1 La hermana de una amiga se había casado con un afroamericano y tenía dos hijos, a la sazón dos adolescentes mulatos, que vinieron a la ciudad un verano a pasar unas vacaciones. Estando en el chalet que mi amiga tenía en el campo, vimos un incendio en un sembrado que los bomberos trataban de apagar con diligencia. Uno de los sobrinos de mi amiga, que hablaban el español que le había enseñado su madre, nos contó que en su país cuando había un incendio así acudían con helicópteros para apagarlo. La historia reflejaba el típico chovinismo de los norteamericanos que se creen vivir en el mejor de los mundos posibles.
2. La anécdota la hubiéramos olvidado si no fuera porque al poco tiempo (tal vez el verano siguiente, el del 2005), se produjo el huracán Katrina que desbastó Nueva Orleans y, de manera especial, los barrios negros donde vivía la gente pobre de la ciudad. Se habló de más de mil muertos, pero todo estuvo oculto tras un manto de censura impuesto por el gobierno de George W. Bush.
No apareció ningún helicóptero. La ayuda del gobierno tardó más de cinco días en llegar y sólo se produjo porque la gente, que lo había perdido todo y carecía de ayuda humanitaria, empezó a asaltar los comercios. Entonces fue cuando el gobierno acudió a Nueva Orleans: a defender la economía de mercado y el derecho de propiedad. Los helicópteros llegaron, pero eran de la policía y del ejército para garantizar que “esos malditos negros” no robaran en los supermercados.
3. Entre los últimos trabajos del compositor alemán Karlheim Stockhausen está el Helikopter-Streichquartett , un cuarteto de cuerdas que precisa de un helicóptero para cada uno de los músicos y que forma parte de su ópera Mittwoch aus Licht. Con estas exigencias la pieza se ha realizado pocas veces pero, aún así, ha sido interpretada en Amsterdam, Salzburgo y Braunschweig.
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2. La anécdota la hubiéramos olvidado si no fuera porque al poco tiempo (tal vez el verano siguiente, el del 2005), se produjo el huracán Katrina que desbastó Nueva Orleans y, de manera especial, los barrios negros donde vivía la gente pobre de la ciudad. Se habló de más de mil muertos, pero todo estuvo oculto tras un manto de censura impuesto por el gobierno de George W. Bush.
No apareció ningún helicóptero. La ayuda del gobierno tardó más de cinco días en llegar y sólo se produjo porque la gente, que lo había perdido todo y carecía de ayuda humanitaria, empezó a asaltar los comercios. Entonces fue cuando el gobierno acudió a Nueva Orleans: a defender la economía de mercado y el derecho de propiedad. Los helicópteros llegaron, pero eran de la policía y del ejército para garantizar que “esos malditos negros” no robaran en los supermercados.
3. Entre los últimos trabajos del compositor alemán Karlheim Stockhausen está el Helikopter-Streichquartett , un cuarteto de cuerdas que precisa de un helicóptero para cada uno de los músicos y que forma parte de su ópera Mittwoch aus Licht. Con estas exigencias la pieza se ha realizado pocas veces pero, aún así, ha sido interpretada en Amsterdam, Salzburgo y Braunschweig.
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CONCIERTO.
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4.
Terence Blanchard: trompeta
Terence Blanchard: trompeta
Walter Smith: saxo tenor
Fabián Almazán: piano
Derrick Hodgen: bajo eléctrico y contrabajo
Kendrick Scott: batería
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Terence Blanchard nació en Nueva Orleans, lo mismo que el jazz, y su último disco se llama A Tale of God’s Will (A Requiem for Katrina). Cuando anoche salió a la escena del López la sección rítmica de Blanchard nadie podía esperar que fuera a suceder nada extraordinario. Habíamos disfrutado la noche anterior con Roy Hargrove y todo parecía indicar que ese concierto era difícil de superar.
Uno le ha oído en varios discos anteriores y tiene una buena opinión de él. Se trata de un buen instrumentista, tal vez el trompetista con más talento de las nuevas generaciones. (Ahora que no me oye Wynton Marsalis). El concierto se inicia con un solo del contrabajo al que al poco arropan sutilmente la batería y el piano. Tras unos compases, entran en escena el tenor y la trompeta de Terence Blanchard y para entonces te das cuenta de que el Teatro se ha llenado de helicópteros que revolotean por toda la sala y no te explicas como pueden estar ahí sin que se toquen las hélices.
5. El concierto que dio anoche el grupo de Terence Blanchard en Badajoz es la música más seria que se ha escuchado aquí en mucho tiempo. No es que sea música incidental sobre New Orleans, Terence Blanchard le ha respondido a la tragedia, a la muerte y a la ignominia con lo único que tiene: el jazz.
Se trata de jazz de verdad, auténtico, sin engaños. Aunque se dedique a jugar con efectos electrónicos, como cuando produce ecos de su trompeta y juega a combinarlos con el sonido que sale de ella en ese momento. Sus entretejidos solos con el tenor Walter Smith son una auténtica maravilla. El joven pianista cubano Fabián Almazán es una sorpresa por su sabiduría musical y delicadeza, su fraseo prodigioso y rápidas improvisaciones.
El contrabajista inglés Derrik Hodgen es el respaldo rítmico y armónico que cualquiera querría tener detrás. Lo mismo que el batería Kendrik Scott.
Emoción, inteligencia, sabiduría. Jazz en estado puro, sin trampa ni cartón. Música.
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Uno le ha oído en varios discos anteriores y tiene una buena opinión de él. Se trata de un buen instrumentista, tal vez el trompetista con más talento de las nuevas generaciones. (Ahora que no me oye Wynton Marsalis). El concierto se inicia con un solo del contrabajo al que al poco arropan sutilmente la batería y el piano. Tras unos compases, entran en escena el tenor y la trompeta de Terence Blanchard y para entonces te das cuenta de que el Teatro se ha llenado de helicópteros que revolotean por toda la sala y no te explicas como pueden estar ahí sin que se toquen las hélices.
5. El concierto que dio anoche el grupo de Terence Blanchard en Badajoz es la música más seria que se ha escuchado aquí en mucho tiempo. No es que sea música incidental sobre New Orleans, Terence Blanchard le ha respondido a la tragedia, a la muerte y a la ignominia con lo único que tiene: el jazz.
Se trata de jazz de verdad, auténtico, sin engaños. Aunque se dedique a jugar con efectos electrónicos, como cuando produce ecos de su trompeta y juega a combinarlos con el sonido que sale de ella en ese momento. Sus entretejidos solos con el tenor Walter Smith son una auténtica maravilla. El joven pianista cubano Fabián Almazán es una sorpresa por su sabiduría musical y delicadeza, su fraseo prodigioso y rápidas improvisaciones.
El contrabajista inglés Derrik Hodgen es el respaldo rítmico y armónico que cualquiera querría tener detrás. Lo mismo que el batería Kendrik Scott.
Emoción, inteligencia, sabiduría. Jazz en estado puro, sin trampa ni cartón. Música.
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Es verdad que Blanchard está en la línea actual de reivindicación de la ortodoxia del jazz. Pero para ello, se planta en lo mejor de la tradición moderna: ese periodo que va de 1959 (Kind of Blue) hasta la aparición del jazz eléctrico. Es cierto que al electrificarse el jazz se dedicó a trabajar aspectos del material musical que tenían relación con las nuevas posibilidades instrumentales y sonoras que la electrónica brindaba, dejando atrás un magnífico desarrollo que no había hecho más que empezar. Blanchard toma posición en aquella época que podía estar representada por Sorcerer de Miles Davis y trabaja con la música que empezaban a hacer el trompetista con Tony Williams en la batería, Ron Carter en el contrabajo, Wayne Shorter al saxo (y dirigiendo musicalmente el grupo) y el pianista Herbie Hancock. Pero el quinteto de Blanchard hace su música, no copian de aquella otra, simplemente se olvidan de los instrumentos electrónicos y continúan una evolución que se interrumpió de forma repentina.
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