Acertamos plenamente. El concierto bueno era el de David Binney. Después de la frustrada experiencia de Nicholas Payton el concierto del sábado fue una gran reconciliación con el mejor jazz. Eso sí es música. Primero nos impresionó Nasheet Waits en la batería. Un percusionista completo, un creador de ritmos, capaz de recrear todos los ambientes, poderosa máquina de percutir y sutil fabricante de estimulantes sonidos, magnífico con las baquetas, con las mazas y con las escobillas. Una gozada. Pero después nos dimos cuenta de que el contrabajo, Emno Opsvik, creaba unas bases armónicas y rítmicas impresionantes y era capaz de improvisar y hacer solos muy creativos. Esa es la clave del grupo. Jacob Sacks no es un número uno en el piano del jazz pero hacía mucho tiempo que no escuchaba a un músico tan original. Lo mismo tocaba el piano como un instrumento de percusión haciendo un dúo con la batería, que creaba sonidos usando técnicas que podían ser propias de música contemporánea, incluso siguiendo el ejemplo de John Cage, tirando las partituras encima del piano para modificar el sonido de algunas teclas aleatoriamente. Creaba colores sonoros estimulantes o acompañaba con los acordes adecuados al resto del grupo. Con estos mimbres la actuación del propio David Binney sonó magistral. Puede tocar como Dexter Gordon y como Ornette Coleman, pero toca según su propio estilo, que no es ajeno a experiencias de música culta, como los minimalistas y otros, pero que se integra en un continuum creativo y auténtico, sin pretender engañar a nadie vendiendo un producto. No crean productos, crean expresión artística. Son músicos en estado puro. Hacen música, no hacen entretenimiento ni finanzas.
Los videos que hay en la red no dan idea del sonido del nuevo grupo, son de grupos anteriores.
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