23 jul 2008

Gestión cultural


Toda la gestión musical de este país está directa o indirectamente en manos de políticos. Qué Dios nos coja confesados (sobre todo a los ateos). Entre éstos encontramos dos tipos, claro está, el de la derecha y el de la izquierda.
El de la derecha es el economista liberal que tiene el difícil papel de desmontar el sistema cultural existente porque piensa que no es más que una forma de gastarse dineros de los contribuyentes para adular a cuatro artistas, que luego la mayoría son de izquierdas. Claro que es un trabajo feo, pero suele estar reconocido y luego te puede permitir acceder a otras áreas de la administración más atractivas, como la gestión urbanística o las haciendas públicas.
El de la izquierda es el voluntarista que tiene que aprovechar el dinero que se invierte en estas cosas para sacarle el mayor partido (político) a la cosa. De lo que se trata aquí es de vender bien la moto. Tampoco se trata de hacer bien las cosas, que esto no es Austria, de lo que se trata es de que dé la impresión que estamos haciendo muchas cosas. Hay que empezar por construir grandes auditorios y luego llenarlos de contenido, tratando de contentar a todos.
¿Quién se preocupa de verdad de la música, de la educación, la difusión, la innovación, el I+D musical? Pues nada más que el aficionado, el diletante. Los profesionales están a otra cosa.

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