La verdad que lo que ha hecho la directora de la Ópera de Berlín es algo un poco absurdo. Tenerle miedo al terrorismo islámico después de que Occidente, liderados por la cúpula imperial, ha hecho una guerra contra todo el terrorismo, con resultado de victoria aplastante, no deja de ser una incoherencia. Es que esta señora no sabe que muchos valientes defensores de la ley y el orden han dado ya su vida para que este mundo sea una balsa de aceite sin la amenaza del terrorismo que nos tenía atenazados y aterrorizados no hace más de tres años, antes de que el Imperio Victorioso aplastara a esos miserables en tierras del Eufrates y el Tigris, dando lugar a la fundación de una nueva cultura (militar, por supuesto). Es que no sabe que si el terrorismo había actuado de forma infame contra la cristiana civilización, ésta había encontrado en su seno la redención salvadora de manos del Rey de los Cruzados, conocido por todos como Jorge Uve doble. Es que no sabe que detrás del Imperio hay una cohorte de sabios que habían determinado desde el año 2002 que el origen de estas penalidades estaba en un país donde se escondían cobardemente estos miserables y que ese país no era otro que el Iraq y que mientras que los cobardes se escudaban en los inspectores de la caduca O.N.U. para no agarrar al toro por sus cuernos, un reducido grupo de valientes habían tomado ya la decisión de defendernos de nuestros crueles enemigos, bendecidos, según dijo Jorge doble V, por la divina mano, (With God in our side).
Pero claro, estos fanáticos están en la Edad Media y no se han enterado de lo civilizados y eficientes que somos los occidentales. Y si no mira como luchan contra los judíos, (contra los que han dirigido su fanatismo sólo por que los echaron de sus casas y de su país), con coches-bomba y suicidas cargados con explosivos. Que lejos de la eficacia desplegada por occidente en Buchenwald, Mauthausen o Dachau, Trabajos limpios, eficaces y silenciosos, (mientras Furtwangler, Knappertswusch y Karajan competían por acariciar los oídos del Reichsführer). Pero claro, ellos están en la Edad Media, por eso utilizan aún el terrorismo, algo que ni se nos puede pasar por la cabeza a un civilizado europeo, da igual que sea vasco, irlandés, maoista alemán o izquierdista italiano.
Qué equivocado estaba yo cuando me ponía en manos de mi peluquero marroquí que me reclinaba la cabeza hacia atrás al tiempo que me pasaba su afilada cuchilla por mi garganta. Y yo sin saber de sus aviesas intenciones, sin percatarme de que el susodicho estaba en la Edad Media y apuntito de degollarme. O ese médico palestino al que no sólo acudía yo sino que, además, llevaba a toda mi familia. Pensar que les estaba poniendo en manos de un hombre medieval y fanático aunque regalara bolígrafos de propaganda a los niños con la intención de engañarnos. O ese frutero argelino que, sabe Dios qué sustancias venenosas nos habrá inoculado en los melocotones, a pesar de ese aspecto tan suculento con que nos los presentaba. Ojalá (que manía de hablar en sarraceno) que no vuelva a caer en manos tan siniestras. Porque nosotros no somos así y todo eso de la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada y demás restos del pasado con que cubrieron casi toda la península (hasta Cataluña), todas sus bárbaras construcciones, no fue más que una cosa de ocho siglos. Nosotros no tenemos nada que ver con estos mediterráneos del sur, con esos moros del Magreb. Nosotros somos arios de pura raza y pertenecemos a una raza superior, aunque me esté mal el decirlo.
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