30 ago 2006

Transcripción de un correo electrónico de un amigo dogmático.

Ahora los eclécticos estáis muy contentos y sacáis pecho porque con esto de la moda de la postmodernidad estáis muy bien vistos. Pero no siempre ha sido así. El otro día leyendo un libro:
Falla, Manuel de: “Introducción a la Música Nueva”, en Escritos sobre Música y Músicos, ed. por F. Sopeña (Madrid, Espasa Calpe, 1988).
Me he encontrado con el siguiente texto de un artículo del maestro en La Revista Musical Hispanoamericana de diciembre de 1916:

“Yo no soy un ecléctico ni podría serlo, dada mi manera de ser y de sentir. Considero al ecléctico como ser altamente perjudicial para el triunfo de toda idea grande. ¿Qué progreso podría realizar una sociedad que estuviese formada por eclécticos ?. Y aún digo más: no creo en el eclecticismo. Aquel que acepta y aplaude las ideas y opiniones más opuestas, o no tiene ninguna – en cuyo caso para poco o nada puede ser útil – o, de tenerla, no es otra cosa que un tímido o un perezoso con apariencia de amable urbanidad condescendiente.
Yo creo que no debemos respetar nunca las ideas contrarias a las que profesamos. Debemos, sí, respetar a las personas que las sustenten, pero nada más. Y así como el ecléctico no es otra cosa que un ser esterilizado (perdón por la palabrilla), ¡cuán preciosa y eficaz es la colaboración involuntaria del enemigo acérrimo para el triunfo de la idea que combate!“.

Contestación a mi amigo.

He leído el texto que me refieres. En él defiende el bueno de don Manuel a todos los músicos de su época, tanto a los germanos como a los franceses, las óperas de Verdi y las de Wagner. Incluso defiende a Mozart y hasta a la antigua polifonía española del Renacimiento. Se podrá decir, bueno, defiende el ámbito de la música clásica. Pero es que de todos es sabido que don Manuel fue el primer autor serio que integró en su lenguaje elementos de la música flamenca, más allá del puro folclore andaluz, música que admiraba profundamente, ya sabes: lo del festival flamenco de Granada con Lorca y todo lo demás.
El día que construyamos Eclecia, la ciudad de los eclécticos musicales, la calle principal será la Avda. Manuel de Falla. Este señor era más ecléctico que yo.
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Este amigo mío tiene una pequeña empresa de demoliciones: con una máquina retroexcavadora y un camión se dedica a tirar casas antiguas. Un día me pidió que le encargara unas targetas de visita y le hice unas en las que se puede leer:
Santiago D. Rida
Arquitecto Deconstructivista.
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Está muy contento con el eufemismo que le he inventado.

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