PERRATERIAS.
El otro día estuvo en mi ciudad Tomas de Perrate. Siempre que se dice Tomas de Perrate hay que decir: hijo de Perrate de Utrera y nieto de Manuel Torre. El pobre Tomás, consciente de la pesada carga que la genética le ha impuesto, ha tenido la valentía de dedicarse a tocar la batería en un grupo pop y a montarse un disco y una gira mezclando el cante más antiguo con los instrumentos de un grupo de rock actual.
Acepto el reto y me dispongo a quitarme las pantuflas para ir al teatro a pagar 12 euros para ver a Tomas de Perrate (hijo de Perrate de Utrera y nieto de Manuel Torre). Por un defecto congénito que padezco y que provoca que los pesaos se sientan atraidos por mí, se sienta a mi lado un ortodoxo, que en esto del flamenco los hay a montones. Empieza el cantaor haciendo buenos cantes acompañado por el guitarrista Antonio Moya. Muy contento mi vecino de butaca con las tonás y soleares que el de Utrera va desgranando con una voz rotunda y austera me incomoda con sus comentarios aprobatorios hasta que el maestro nos cuenta que la seguirilla hay que cantarla a compás, para lo cual hace aparecer un batería que marca los tiempos con rotundidad en los platos. Y en efecto, la seguirilla tiene un ritmo marcado que la practica ha olvidado en aras del ritmo libre con que se suele hacer, pero que no desmerece nada de esta otra forma, que incluso parece más oportuna. El mosqueo de mi ortodoxo vecino se vuelve ira cuando la cosa, no quedando ahí, va a más y aparecen en escena la guitarra eléctrica de Ricardo Moreno y el bajo de Ignacio Cintado. Tomás de Perrate (hijo de Perrate de Utrera y nieto de Manuel Torre) se ha juntado con Ricardo Pachón que fue el productor que hizo que Camarón se enfrentara a los ortodoxos y que ahora ha producido todo ésto con su hijo (Ricardo Pachón jr.) a la batería. El desconsolado ortodoxo se ríe y comenta: con lo bien que viajaría llevando sólo la guitarra, (se refiere a la guitarra española, claro); y añade: si su padre y su abuelo levantaran la cabeza...
A mi este mestizaje me parece bien en algunos momentos, en otros me parece que no están las cosas bien mezcladas. Es de estas fusiones en que la cosa suena ora a flamenco ora a rock, es decir, que no se ha llegado a fusionar. Es por tanto una fusión frustrada (pero no frustrante).
7 abr 2006
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