Enfrentado a los dilemas de la modernidad que el siglo XX trajo a la música contemporánea: el dilema de la complejidad inexpresiva del serialismo y la aleatoriedad, por un lado, y el regreso reaccionario a la música romántica, por el otro; György Kurtág tomó la decisión de seguir a su compatriota y amigo György Ligeti, del que se considera continuador de su obra. La investigación musical de nuevos lenguajes no está reñida con una cierta simplicidad y esa es la opción que los dos músicos adoptaron.
Ya hemos traído al blog a Ligeti en alguna ocasión, (en muchas), pero como el maestro nos dejó en 2006, nos ocupamos ahora de Kurtág, para seguir hablando sobre los compositores vivos, que es lo que nos interesa en este somero repaso a las “últimas tendencias” de la música mal llamada “culta”.
A Kurtág le interesa recalcar que la música es un lenguaje. En realidad la música es un lenguaje ambiguo, no es uno que transmita un mensaje, no utiliza símbolos con capacidad semántica. Podríamos decir que la música es un lenguaje simulado: tiene una sintaxis como el lenguaje hablado, pero no tiene una semántica; aunque alguna vez, como sucedió en el barroco, se ha intentado esclarecer los supuestos significados que las frases musicales podían tener. La música emociona por afinidad por analogía con el lenguaje hablado, o tal vez porque escita nuestro sistema nervioso al ser escuchada. El receptor parece entender que en los sonidos musicales hay una voz que trata de ponerse en contacto con nosotros, o, al menos, practicamos ese juego de mostrar y ocultar supuestas emociones que la música trasmite.
György Ligeti y Györgi Kurtag han
entendido la música de este modo y siempre han buscado un contacto comunicativo
con el oyente. Tal vez por eso, a pesar de que han buscado nuevas formas de
composición, han mantenido un lenguaje limitado para que el oído receptor pueda
sentir esa comunicación. Forman parte, en ese sentido, de la corriente que se
ha dado en llamar “nueva simplicidad”, de la misma forma que hace Gavin Bryars,
según veíamos en las entradas anteriores.
“Me comunico a través de mi música, pero también a través de los textos que escribo y elijo para mis obras. Los ciclos vocales que he compuesto, que comienzan con The sayings of Peter Bornemisza al final de los años cincuenta, reflejan todo lo que es importante para mí en cada momento. Lo digo una y otra vez a través de los textos húngaros y rusos, a través de la obra de Kafka, que ha significado tanto para mí y que creía que era importante comunicar a la Humanidad. Mi vida ha estado marcada por los textos de Beckett, Kafka y Joyce”. Según le cita Miguel Pérez Martín, en su artículo de EL PAÍS de 10 de febrero de 2015.
Según señala Leticia Yustos en
docenotas.com, en su artículo sobre la entrega del premio Fronteras del
conocimiento en la especialidad de música contemporánea, de la Fundación BBVA,
premio que el autor recibió en 2015: “traspasa las fronteras entre
espontaneidad y reflexión, entre formalización y expresión”. Kúrtak exige a sus
alumnos y a sus intérpretes “comprender la estructura de la pieza compuesta; la
música ‘habla’, cuenta muchas cosas y tiene la misma sintaxis que el texto”. El
jurado destaca asimismo que “la obra vocal de Kurtág es el centro de su
catálogo y su relación con la poesía es esencial, una poesía a imagen de su música,
a la vez lírica y lacónica”.
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