El canto religioso antiguo se
le atribuye al Papa Gregorio I, (Gregorio Magno), aunque esta atribución
oficial es la forma en que la ortodoxia católica ha pretendido narrar la
formación de la música sacra. En realidad Gregorio, como todos los primeros
Padres de la Iglesia era bastante austero y tenía pocas veleidades artísticas.
La obra de este papa consistió en unificar la liturgia para construir una
jerarquía eclesiástica grande y poderosa. El pensamiento católico de estos
primeros cristianos se refleja muy bien en las ideas de San Agustín de Hipona
sobre la música.
“La música
tiene una única tarea primordial (…) disociar a la razón, mediante sus
perfectas relaciones acústico-matemáticas, de los sentidos carnales y elevarla
a la verdad inmutable, al único Dios y Señor de todas las cosas (…). Así pues,
debe conducir al alma a reconocer que las cosas terrenas están subordinadas a
las celestes”. (Citado por el blog: El ciento por uno).
Agustín es un reflejo del
tránsito del clasicismo greco-latino al cristianismo. Su libro “De Música”
supone una nueva aportación al estudio de la música como lo habían hecho los
clásicos griegos desde los pitagóricos: la música como la ciencia de las
proporciones acústicas que mediante el uso de las matemáticas alcanza su
comprensión. Sin embargo San Agustín ya la relega a un mero adorno, a un simple
aditamento de la palabra para mayor gloria de Dios. La única misión que le cabe
a la música es ayudar a los creyentes en el camino de la fe. Es decir, nada que
tenga que ver con una concepción artística, con una estética determinada.
Así constituido, el canto
llano, (la monodia conocida como Gregoriano), resulta en un callejón sin
salida. Al músico, al cantante, no se le permite salirse de los estrechos
límites de la ortodoxia. La historia del desarrollo medieval de la música es
uno de los episodios más curiosos de la historia de la estética, porque para
poder avanzar en su camino se ve obligado a utilizar algunas argucias.
Puesto que la jerarquía de la
Iglesia no permitía modificar el canto gregoriano que ero lo único que estaba
permitido cantar en la casa de Dios, los músicos creativos descubrieron en el
uso frecuente de los melismas una salida a las limitaciones litúrgicas. Los
melismas son las largas frases melódicas con que se adorna una palabra y que se
extienden más allá de la sílaba en un subir y bajar sobre la melodía. Una forma
musical en la que ha pervivido el melisma antiguo es en el flamenco, cante lleno
de formas musicales ancestrales. Pues bien, los músicos medievales creativos
aprovecharon estos melismas para introducir en ellos nuevas formas musicales.
Primero se alargó el melisma del Aleluya de la misa y sobre él se construyó
toda una nueva melodía. Posteriormente, cuando esta melodía estaba aceptada por
la ortodoxia, se le añadió un texto, dando lugar a los llamados tropos. Como estos tropos sustituían el
melisma por un nuevo tema melódico completo fueron llamados tropos de
sustitución. El sistema siguió evolucionando y de estos tropos que se usaban a menudo fueron saliendo temas nuevos
con personalidad propia que luego fueron llamados secuencias.
Desde el siglo IX se conservan
ejemplos de secuencias de la escuela de San Marcial de Limoges (relacionada con
el Codex Calixtinus de Santiago de Compostela) y de Notker Balbulus (de la
abadía de San Gaull en Suiza) que la introdujo en Alemania. Las secuencias
llegaron a ser muy populares por cuanto que suponían una forma nueva de
entender el canto. Pero cuando la ortodoxia vuelve a tomar las riendas de la
iglesia tras la reforma luterana, se vuelve a estrechar el cauce de la música. El
concilio de Trento sólo permitió el uso de cuatro secuencias:
·
Victimae paschali laudes, cantada en Pascua.
·
Veni, Sancte Spiritus, cantada en Pentecostés,
50 días antes de Pascua.
·
Lauda Sion Salvatorem, cantada 60 días
antes de Pascua.
·
Dies irae, cantada el día de los
Difuntos, 2 de noviembre, y en las misas de funerales.
· Stabat Mater, añadida en 1727, se canta
el día de Nuestra Sra. de los Dolores, 15 de septiembre.
Estas figuras musicales, los
tropos y las secuencias, están presentes en la formación de la polifonía, que
sigue un camino parecido en su desarrollando, salvando las limitaciones que le
imponía la ortodoxia cristiana con inteligencia y habilidad.
Aquí puede oírse una grabación del Aleluya de la misa gregoriana por los Monjes de Silos, donde se pueden apreciar los largos melismas que aparecen en este canto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario