3 jun 2011

Autolimitación

Ayer fue un dia duro. No por nada, sino porque fue un día de esos en que todo se conjura para fastidiarte. No sé. Las pequeñas cosas y las grandes cosas, un poco de todo. Por eso al llegar la noche me acordé de que por la tarde había entrado en el blog de mi amigo Antonio (Muñoz Molina) y había visto esa entrada suya que termina con la foto de la portada de “A Love Supreme”, el disco mítico de John Coltrane, y me dije que ya tocaba volver a escucharlo. ¿Por qué digo esto? Pues lo digo porque hay muchos discos que he oído ya tantas veces, (uno va teniendo una edad), que me los limito. Sí, me limito sus audiciones porque sino podría llegar a sabérmelos de memoria e incluso aborrecerlos y sólo los escucho de tarde en tarde para evitar problemas. Me pasó con muchos discos. Casi todos los de los Beatles. ¿Quién puede escuchar el Rouver Soul sin sentir que ya te dijo todo lo que tenía que decirte? Por muy bueno que sea un disco llega un momento en que te satura y yo para evitarlo me impongo la disciplina de no escucharlo más que de tarde en tarde. ¿Cuántas veces más puede uno escuchar el Kind of Blue, de Miles? O el Sorcerer, o el Bitches Brew. Es lo malo que tienen los discos, que las audiciones son tan exactamente iguales que molesta. Uno puede escuchar la Primera de Mahler en distintas versiones y siempre escuchará un matiz, un pasaje con una sonoridad nueva que te sorprende, pero los discos… Los discos siempre suenan igual. Así que tengo una enorme lista de discos que no los puedo escuchar cada vez que me acuerde de ellos, los tengo reservado para alguna ocasión y para dosificármelos con cuentagotas. Como esta noche me he puesto el A Love Supreme, la semana que viene, a lo mejor, me puedo poner esa versión de Karl Böhm de Die Zauberflûte (La flauta mágica) de Mozart, y dentro de un tiempo prudencial tal vez pueda volver a escuchar el Blonde on Blonde de Dylan, que para eso acaba de celebrar su setenta cumpleaños, (como decían en las “peticiones del oyente” de la radio). Pronto podré volver a escuchar “Sunny Days Starry Nights”, aquel mágnifico disco de Sonny Rollins de mitad de los años ochenta, o a Enrique Morente cantando una taranta acompañado por Pepe Habichuela, o la versión de Le Sacre du Printemps de Leonard Bernstein.

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