20 mar 2009

David Binney

En muchas ocasiones he comentado con algunos amigos que comparten conmigo la fiebre de la música que, puesto que hoy día no encontramos nada nuevo bajo el sol, en algún lugar debe de haber alguien que esté haciendo la música innovadora que podría hacernos vibrar. Y debe de ser así porque de vez en cuando se oyen cosas que te reclaman la atención. Ya he contado aquí lo mucho que me gustó una actuación de David Binney a la que tuve la suerte de asistir cuando vino a mi ciudad. A raíz de eso he estado escuchando algunos discos suyos, como por ejemplo Balance, del año 2002. Es una maravilla de eclecticismo. Hay ecos del funk afroamericano de los setenta, se reconoce el espíritu estimulante de Ornette Colemann, (Binney toca el saxo alto también), la mejor fusión del jazz-rock, el rock progresivo y el rock adulto (como el de Sting), la búsqueda continua de sonoridades en el jazz (como en Wayne Shorter), y en medio de todo ello cada músico puede crear su propia sorpresa, como la voz deliciosa de Tanya Henri, (de quien no hemos encontrado nada en el YouTube). Por encima de todo, se trata del tipo de músicos que no han aprendido lo que tienen que hacer, lo aprenden todos los días, que se alejan de todas las formas tópicas de hacer música, siguiendo la norma que Miles Davis imponía a sus músicos y que venía a ser algo como: no toques como sabes hacerlo, toca lo que no sabes aún.


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