El verano es una época de lecturas que propicia la vuelta atrás para recopilar. He estado releyendo a Jorge Luis Borges en sus narraciones cortas Ficciones y El Aleph. Borges es la ficción pura. Se inventa mundos completos en los que aparece el vértigo del ser humano, pero en lugar de hacer filosofía, se recrea en el propio vértigo y construye su narración a partir de ahí. Uno, que tiene debilidad por los géneros breves como la música de cámara, encuentra en el cuento una forma más sugerente que la propia novela que al final, siempre tiene algo de mundo cerrado. El cuento es una obra abierta siempre. El pasado día 1, Babelia, el suplemento cultural de El Pais hablaba de la fiebre del microrrelato, que es una especie de Haiku de la narrativa.
Borges se inventa los libros y discute sobre ellos, los analiza y los critica. También se inventa países e incluso mundos (planetas habitados) y los libros, las enciclopedias y las supuestas citas de la Enciclopedia Británica que hablan de ellos. En fin, su metaliteratura es capaz de inventarlo todo.
Borges se inventa los libros y discute sobre ellos, los analiza y los critica. También se inventa países e incluso mundos (planetas habitados) y los libros, las enciclopedias y las supuestas citas de la Enciclopedia Británica que hablan de ellos. En fin, su metaliteratura es capaz de inventarlo todo.
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