Sorprendente noticia: a Hitler le gustaba Tchaikovsky.
Así aparece en Der Spiegel , según publica El Pais, que cuenta el relato del soldado ruso que se llevó los discos que el Füher atesoraba en su bunker. Y no solo le gustaban los músicos rusos (Tchaikovsky, Borodin, Rachmaninov), sino que, lo que es más sorprendente, guardaba discos de intérpretes judíos, como el violinista Bronislav Huberman o el director Artur Schnabel. Lo que no me consta es si el Führer sabía de la homosexualidad de Tchaikovsky, lo cual ya sería el colmo de los despropósitos, aunque hay un libro de un autor alemán (Lothar Machtan, El secreto del Führer, Planeta) que defiende que Hitler era homosexual.
Uno de los atractivos que pueden ofrecer personajes de la calaña de estos dictadores es esa imagen de coherencia que a la gente le da una cierta sensación de tranquilidad. Criminales sanguinarios, (los criminales más grandes que ha conocido la humanidad), se asientan en el poder porque a la gente les da tranquilidad. Ya lo decía Erich Fromm: "El miedo a la libertad". No deja de ser una paradoja, pero es así. Los burgueses cuando se vieron amenazados por las hordas revolucionarias necesitaron de estos "guardaespaldas colectivos" que no eran más que unos sabuesos para defender a los poderosos. Luego se hicieron imprescindibles y coparon el poder, el que no les correspondía, el que ejercían por delegación. Para alcanzar ese poder cualquier medio era adecuado. El racismo, la xenofobia y el odio a los judíos no lo inventaron los nazis, estaban en la sociedad europea formando parte de lo más podrido de nuestra gloriosa civilización. Los judíos eran gente sofisticada y que habían hecho dinero por la sencilla razón de que no pudiendo conservar privilegios se tuvieron que dedicar a trabajar y a especular. Los brutos comerciantes bávaros y los empresarios del Rhur que apoyaron el nacionalsocialismo trataban de defenderse de la competencia que podían significar los judíos y del peligro que suponían los socialistas. Lo que hicieron los nazis fue utilizarlo en su provecho. Eran unos maestros del arte de la manipulación, la demagogia y el engaño (Göebels), pero también unos cínicos. En la intimidad se comportaban de una forma y en la calle de otra. Es una característica muy de la derecha, no sólo de la fascista. La hipocresía ha sido un distintivo de, por ejemplo, el Partido Conservador británico, con sus continuos escándalos sexuales.
Hoy me dedicaré a escuchar lo que los nazis llamaban música degenerada (Entartete Musik), Schoenberg, Kurt Weil, etc. Y a Siniestro Total:
Te mataré con mis zapatos de Claqué
te asfixiaré con mi malla de ballet
te ahorcaré con mi smoking
te morirás mientras se ríe él disc-jokey
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba
Te degollaré con un disco afilado
de los Rolling Stones o de los Shadows
Te agarrarás la colección de cassettes
de las Shan-gri-las o de lasRonettes
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba
Te clavaré mi guitarra
te aplastaré com mi piano
te desollaré con mis platillos
te rebanaré con mi órgano Hammond
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba.
O lo que cantaba Bob Dylan (a la sazón un judío, que luego se hizo católico), sobre lo que él llamaba "masters of war":
Así aparece en Der Spiegel , según publica El Pais, que cuenta el relato del soldado ruso que se llevó los discos que el Füher atesoraba en su bunker. Y no solo le gustaban los músicos rusos (Tchaikovsky, Borodin, Rachmaninov), sino que, lo que es más sorprendente, guardaba discos de intérpretes judíos, como el violinista Bronislav Huberman o el director Artur Schnabel. Lo que no me consta es si el Führer sabía de la homosexualidad de Tchaikovsky, lo cual ya sería el colmo de los despropósitos, aunque hay un libro de un autor alemán (Lothar Machtan, El secreto del Führer, Planeta) que defiende que Hitler era homosexual.
Uno de los atractivos que pueden ofrecer personajes de la calaña de estos dictadores es esa imagen de coherencia que a la gente le da una cierta sensación de tranquilidad. Criminales sanguinarios, (los criminales más grandes que ha conocido la humanidad), se asientan en el poder porque a la gente les da tranquilidad. Ya lo decía Erich Fromm: "El miedo a la libertad". No deja de ser una paradoja, pero es así. Los burgueses cuando se vieron amenazados por las hordas revolucionarias necesitaron de estos "guardaespaldas colectivos" que no eran más que unos sabuesos para defender a los poderosos. Luego se hicieron imprescindibles y coparon el poder, el que no les correspondía, el que ejercían por delegación. Para alcanzar ese poder cualquier medio era adecuado. El racismo, la xenofobia y el odio a los judíos no lo inventaron los nazis, estaban en la sociedad europea formando parte de lo más podrido de nuestra gloriosa civilización. Los judíos eran gente sofisticada y que habían hecho dinero por la sencilla razón de que no pudiendo conservar privilegios se tuvieron que dedicar a trabajar y a especular. Los brutos comerciantes bávaros y los empresarios del Rhur que apoyaron el nacionalsocialismo trataban de defenderse de la competencia que podían significar los judíos y del peligro que suponían los socialistas. Lo que hicieron los nazis fue utilizarlo en su provecho. Eran unos maestros del arte de la manipulación, la demagogia y el engaño (Göebels), pero también unos cínicos. En la intimidad se comportaban de una forma y en la calle de otra. Es una característica muy de la derecha, no sólo de la fascista. La hipocresía ha sido un distintivo de, por ejemplo, el Partido Conservador británico, con sus continuos escándalos sexuales.
Hoy me dedicaré a escuchar lo que los nazis llamaban música degenerada (Entartete Musik), Schoenberg, Kurt Weil, etc. Y a Siniestro Total:
Te mataré con mis zapatos de Claqué
te asfixiaré con mi malla de ballet
te ahorcaré con mi smoking
te morirás mientras se ríe él disc-jokey
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba
Te degollaré con un disco afilado
de los Rolling Stones o de los Shadows
Te agarrarás la colección de cassettes
de las Shan-gri-las o de lasRonettes
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba
Te clavaré mi guitarra
te aplastaré com mi piano
te desollaré con mis platillos
te rebanaré con mi órgano Hammond
Y bailaré sobre tu tumba
y bailaré sobre tu tumba.
O lo que cantaba Bob Dylan (a la sazón un judío, que luego se hizo católico), sobre lo que él llamaba "masters of war":
And I hope that you die
And your death'll come soon
I will follow your casket
In the pale afternoon
And I'll watch while you're lowered
Down to your deathbed
And I'll stand o'er your grave
'Til I'm sure that you're dead
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